DIGRESIÓN NUEVE: Una noche (2012) escrita y dirigida por Lucy Mulloy. La película es La Habana y los habaneros. Nada más empezar comprendí que no me enteraría de nada de lo que los personajes pudieran decir. Su acento cerrado y sus modismos hacían los diálogos indescifrables, así que decidí olvidarme de ese aspecto y centrarme en lo que Mulloy ofrecía. Y sí, la cámara con su ritmo trepidante y vital lo cuenta todo, no es necesaria mayor información. Tres jóvenes por diversas circunstancias deciden escapar apresuradamente de la isla, cruzando las noventa millas de distancia con Miami en una precaria e improvisada embarcación. A pesar de que, al parecer, ésta desesperada fuga está basada en hechos reales, eso, aunque dramático y revelador, es secundario porque lo que verdaderamente fascina en la historia es La Habana, con su inmensa, desbaratada y melancólica belleza. Cuando la cámara discurre por sus calles, se acerca al malecón, se sube a los tejados, avanza por los angostos pasillos de las viviendas o se adentra en los magníficos y devastados edificios coloniales, sientes la emoción poética que contiene esa inaudita ciudad. Tanta devastada belleza corta la respiración. En esos majestuosos y desolados escenarios se mueven los protagonistas, sudorosos y angustiados, y la cámara, entonces, compone una auténtica sinfonía de existencialismo desesperanzado de una potencia vital conmovedora. «En fin, se reúne mucha gente cochambrosa y mugrienta. Hay decenas de solares en los alrededores y los negros y las negras caminan por ahí, sin rumbo, a ver qué sucede. Nunca sucede nada. Ellos siguen caminando, a ver qué sucede». Pedro Juan Gutiérrez. Lucy Mulloy, mujer joven, neoyorkina, consigue transmitir con autenticidad y agudeza el carácter y el drama que viven los cubanos. Imprimir un ritmo a la narración que hechiza todo el tiempo. Hace doce años estuve en La Habana y lo celebré con una exposición en esta web titulada: La Habana, mañana, ciudad mítica, porque La Habana en su geografía actual, tanto humana como física, está abocada a desaparecer y será entonces cuando nazca la leyenda, el mito. Y sí, la ciudad que filma Mulloy, nueve años después, me pareció sensiblemente más destruida y arrasada que la que vi en 2003, pero eso era previsible e inevitable, y así hasta su final, hasta que no quede piedra sobre piedra. Qué lástima, qué desgracia, qué inmenso sufrimiento pueden infringir a los pueblos políticos corrompidos e inmorales profundamente equivocados. Dice un personaje de la película: «Puedes conseguir lo que sea en La Habana, si conoces a la persona correcta». Y si no la conoces: a morir. Soberbia película y espléndida y prometedora Lucy Mulloy.
25 FEBRERO 2015
© 2003 pepe fuentes