28 SEPTIEMBRE 2015

© 2015 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2015
Localizacion
Berlín (Alemania)
Fecha de diario
2015-09-28
Referencia
2108

BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 28
Ayer hubo elecciones en una región, pueblo, comunidad, nación o como quiera llamarse de un territorio hasta hace nada llamado España y han ganado los «malos» (ahora se parece más bien a un heterogéneo amontonamiento de «identidades» todas muy distintas y todas enfadadas unas con otras). Incomprensible y paradójicamente, uno de los países de mayor proyección mundial, es odiado por mucha gente, y casi todos son de aquí, por muy inaudito que parezca. Me produce una grandísima decepción y malestar esa circunstancia (a mí, los países cohesionados, por cultura, historia y propósitos, me parecen envidiables, al menos a primera vista). Donde se celebraron ayer elecciones (léase plebiscito más o menos encubierto) es un territorio que quiere separarse o más bien divorciarsede nosotros, del país al que ha pertenecido durante siglos, es decir, España. No, no quieren ser españoles (yo sí soy español, y por ende europeo, y no quiero separarme de esa realidad que me ha tocado en suerte). Me pregunto: ¿qué me puede importar que ellos me rechacen y que no formen parte de un espacio hasta ahora común? En buena lógica nada en absoluto. Es más, a lo largo de mi vida, cuando he sentido el rechazo de alguien he hecho un figurado corte de manga a quien fuera y he procurado que permaneciera lejos para siempre. Sencillamente les he eliminado de mi vida. Pues eso. Lo que inevitablemente me jode en todo esto es que, con el estúpido empeño de resistirnos a que se vayan, sin desearlo en absoluto las circunstancias políticas me hacen formar parte de los despreciados por esas gentes y sin modo de poder responderles adecuadamente. Los políticos de aquí me colocan en el equipo perdedor, representamos un estúpido papel diciendo algo así como: –quédate, anda quédate, por qué quieres irte, no te vayas que te queremos, anda quédate, que es mejor para los dos. Y ellos contestan, puede que sea mejor, pero es que no te quiero-. No, no me gusta, es un planteamiento insoportable, por lloroso, obvio y aburrido. De dar lástima, vamos. Ahora, racionalistas, economistas, historiadores, intelectuales y feligreses de lo políticamente adecuado o conveniente, se empeñan en hacer balances o inventarios de supuestas pérdidas para ambas partes. Sí, probablemente será así, pero es argumentar racionalmente contra las sinrazones emocionales (las cositas del corazón). A ese juego, a corto plazo, siempre pierde la razón. Así que, señores políticos, por favor, acaben cuanto antes con esta pantomima y déjennos vivir tranquilos de una puta vez a los que no nos interesan las monsergas sin sentido. No, a mí, que soy de aquí, no me apetece asumir el papel de abandonado, de malquerido, de perdedor; mientras que los de allí se crecen, y se crecen, van de míticos y épicos héroes despreciadores. Qué cansancio, por dios, diariamente con la monocorde cantinela que no acaba nunca: -me quiero ir, me quiero ir, me quiero ir-; por mí no quedaría, -se irían ya y así me ahorraría el hastío y malestar que me provocan-.Este «gracioso» grafiti se encontraba en los restos del Muro de Berlín. De ningún otro país había un improperio como éste, y, naturalmente, solo pudo dejar esa ignorante y lamentable mierda alguien con pasaporte español (por ahora y por poco tiempo, espero) que ayer votó a favor de perdernos de vista. Cuanta visceral incultura (por su parte, claro), qué puto asco…

Pepe Fuentes ·