27 DICIEMBRE 2015

© 2013 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2013
Localizacion
Pedro Muñoz, (Ciudad Real, España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD SFX. 200 (100)
Fecha de diario
2015-12-27
Referencia
6495

DIGRESIÓN SEIS. Still Life (Nunca es demasiado tarde). Reino Unido (2013). Guión y dirección Uberto Pasolini. Intérpretes: Eddie Marsan, Joanne Froggatt. John May (Eddie Marsan, el tembloroso hermano de Ray Donovan) es un empleado de Ayuntamiento encargado de localizar a los parientes de gentes que han muerto en soledad. Es un hombre también solo, circunspecto, silencioso, cordial. Realiza su trabajo con férrea y sistemática disciplina. Come manzanas que pela con obsesiva meticulosidad procurando que no se rompa la piel pelada. Come latas y rebanadas de pan en una mesa pequeña frente a una pared. Parece un hombre que necesite un abrazo afectuoso desesperadamente, aunque nunca lo pedirá y por lo tanto nadie se lo dará. Nadie quiere saber nada de los sospechosos solitarios; el mundo, las gentes, les apartan como a nefandos apestados, quizá por miedo a ser contagiados por uno de los supuestos males más temidos: la soledad. La historia se desarrolla en escenarios solos, en iglesias vacías, en archivos sombríos y en casas podridas de soledad. Los escenarios desolados están iluminados por luces frías, blancas, neutras. Todo aparece bajo la mirada aterida de un hombre apaleado por una vida inclemente. Cuando John May (Marsan) llega a las casas de los fallecidos se las encuentra cerradas, decrépitas, húmedas y frías. Recoge algunos de los abandonados objetos que han quedado después de la batalla perdida y con ellos intenta reconstruir las vidas de los caídos en la aciaga batalla incruenta pero nefasta de sus vidas. En todos los casos se cumple la peor de las derrotas: el olvido absoluto. Uberto Pasolini se apiada unos breves minutos de la historia y ofrece a Marsan una solución afectiva, sentimental, junto a una mujer de su misma condición solitaria. Pero enseguida se arrepiente y destroza la bonita historia con la muerte. Esa posible salida de emergencia abortada es un tanto forzada por parte del guión, pero indudablemente habría sido más piadosa para la historia en sí, y para los espectadores. A mí, desde luego, me habría gustado más, aun sabiendo que habría sido un final tramposo; pero aún lo es más el que ofrece Pasolini. Quizá la historia, a pesar de la inmensa y conmovedora presencia de Marsan, se quede un tanto escasa por artificiosa, pero es lo de menos, sencillamente porque es una bellísima y emocionante película.    

Pepe Fuentes ·