EL PASEO DIARIO. Tercera parte (de cuatro):También fotografié la barca volcada que utilizaba Balmaseda para venir a martillear hierro en la solitaria orilla y volver a su casa. Venía a su fragua y volvía a su casa en ella, cruzando el río. Toda una metáfora sobre el viaje a otro mundo. Caronte redivivo. Yo, como siempre hago cuando bajo al -no lugar- de la ciudad, voy y vuelvo por un angosto sendero, de unos doscientos metros de largo y treinta o cuarenta de ancho, delimitado longitudinalmente por el río a un lado y por la pendiente vertical del terreno al otro. Por hoy ya estaba bien de melancólicas reflexiones, debíamos irnos. Llamé a Charlie Brown, que estaba muy entretenido con sus vertiginosas carreras de un lado a otro, ajeno a mis dolencias, para iniciar el ascenso hacia la carretera. Nosotros no teníamos barca y la ciudad, escondida pudorosamente detrás de la niebla, no nos interesaba gran cosa…
20 MARZO 2016
© 2016 pepe fuentes