DIGRESIÓN SEIS. The Cakemaker (El pastelero de Berlín), Israel (2017). Guion y dirección: Ofir Raul Grazier (opera prima). Intérpretes: Tim Kalkhof, Sarah Adler, Zohar Shtrauss, Roy Miller, Stephanie Stremler, Tagel Eliyahu, Sagi Shemesh. Quizá todo radique en la intensidad de las miradas, en los silencios, en el modo en que acomodan el cuerpo los intérpretes en una historia, en el lento discurrir de la cámara explorando en los intersticios de sus personajes. En los agujeros, en las esquinas, en los vacíos y en los contenidos rebosantes de emociones y contenciones. Emocionalmente vibrante lo que les pasa a los personajes y cómo lo expresan. Cada una de sus miradas, de sus silencios y la absoluta determinación con la que sostienen las decisiones que toman, aparentemente incomprensibles. En el mágico y azaroso encuentro del trío de personajes: Oren, Thomas y Anat, está contenido un universo entero y la vida en estado puro. Más allá de los condicionantes y circunstancias sociales, familiares, políticos o sexuales, están las personas y sus sentimientos, deseos, pasiones o secretos. También aparecen los miserables que no saben vivir si no es con la carga de los dogmas y las reglas que procuran imponer a los demás, amargando la vida a los que les rodean porque ellos ya la tienen más que amargada. Lo dice Ofir Raul Graizer: “Me da igual esta identidad, soy quien soy. Quiero amar a alguien porque necesito estar cerca de esa persona, no porque soy homosexual o heterosexual». Pero, además, están los judíos (los malos) creyentes y normativos, todos absurdos, todos insufribles con sus banales “verdades”. Soberbia película, de esas en las que cuando entras, y en este caso fue desde el primer instante, pierdes la sensación del paso del tiempo. En esta historia nada falta, nada sobra. Todo esencial, todo sublime, todo gozoso, como las maravillosas tartas de Thomas.
29 OCTUBRE 2018
© 2015 pepe fuentes