UN VIAJE LEJANO, nada menos que a China (38) … Martes, catorce de agosto. La guía que nos había tocado, Sonia, nos dejó un mensaje en el hotel de que nos recogería a las nueve en la recepción. Cuando la vimos entrar no tuvimos ninguna duda de que era ella. Se trataba de una señora estrafalaria de unos cincuenta y cinco años. Se presentó y enseguida se mostró coloquial y divertida. Tenía un modo peculiar y desenfadado de analizar y contarnos las circunstancias e historia de la ciudad. Informada, experimentada, nada convencional. Estábamos teniendo una gran suerte con las mujeres guías y lamentablemente ninguna con los guías hombres. Nos llevó a dar una vuelta por la ciudad: superpoblada, abigarrada, magnífica, impresionante. Aún conservaba una precaria e incierta independencia de la china continental. La Mamita (así rebautizamos a Sonia) era de origen cantonés, territorio limítrofe, y se mostraba algo reticente y sarcástica hacia la china continental (se refería a los chinos como los “chinitos” ya que para ella los chinos eran los otros, no los hongkoneses, en detrimento de los chinos, claro). Pensaba que Hong Kong era una ciudad moderna, abierta, libre, apasionante, y reticente a integrarse bajo el total dominio chino. Hicimos un tour por la isla, visitando los puntos neurálgicos de la ciudad, que consistían en panorámicas desde sitios elevados. Los turistas de la fotografía, tan pasmados como nosotros, me parecieron españoles en una primera impresión, y resultó que sí, que lo eran…
16 NOVIEMBRE 2018
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