23 NOVIEMBRE 2018

UN VIAJE LEJANO, nada menos que a China (45) … Algunas conclusiones de haber realizado un viaje tan lejano. 1: no puedo concluir nada de este viaje ni de ninguno, si no parto de los propósitos que me animan antes de partir: fotografiar, siempre fotografiar. Sin ese compulsivo deseo no habría ido a China y, probablemente, no iría a ningún sitio. Nunca busco recuerdos gráficos, naturalmente, y sí tocar, acariciar idealmente algún retazo de belleza en el que pueda encontrarme y dotar de algo de sentido no solo al viaje, sino también al hecho de permanecer vivo sin desesperar. Siempre ha sido así. Sí, ya sé, mis viajes son poco exigentes (solo soy un turista, que no viajero); si lo fueran, y además fuera un artista fotógrafo, haría trabajos antropológicos muy exigentes, o subiría al Everest, o daría una vuelta al mundo en una mula fotografiando y cosas así (como Salgado, mi ídolo). Fotografía más exotismo más rareza más hábil y atrevida gestión de recursos, igual a fama y reconocimiento. Ninguna de esas magníficas y virtuosas condiciones acompañan mis propósitos ni mis atribulados pasos. Y tampoco talento. Lo mío es un tímido, pero grandísimo afán de dar sentido a mí vida a través de una actividad (siempre, mejor hacer que no) que más bien se parece a la obsesión paranoide del coleccionista que al ejercicio habilidoso del talentoso creador. Un eterno diletante, vamos, eso es lo que soy. Nada más. Y ya no es momento de cambiar nada, sencillamente porque no hay tiempo y no hace ninguna falta. Sigo mañana…