12 DICIEMBRE 2018

© 2014 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2014
Localizacion
Estudio Manuel A. Reguilón (Ciruelos, Toledo)
Soporte de imagen
-120 MM- ACROS 100 (50)
Fecha de diario
2018-12-12
Referencia
7338

DIGRESIÓN DOCE: The Meyerowitz Storiesaka. EE.UU. (2017). Guion y dirección: Noah Baumbach. Intérpretes: Adam Sandler, Ben Stiller, Dustin Hoffman, Grace Van Patten, Elizabeth Marvel, Emma Thomson, Candice Bergen. No hay solución: ni para la familia, ni para el arte, ni para la comunicación entre seres humanos (en esta historia nadie se escucha). Muy probablemente, tampoco para el amor, o si se prefiere, para la compasión. El papá (estupendo Hofmann), como le llama su cuarta mujer (Emma Thomson), se supone que es un artista, viejo, egoísta, ensimismado y pretencioso (y sordo, no escucha), al que ya no hace caso absolutamente nadie. Fue artista porque solo él lo dice (en arte contemporáneo es importante la autosugestión y la mentira). En esta faceta de la actividad humana, el arte actual, es infinitamente más importante lo que vendas que lo que hagas. El escultor Meyerowitz ha llegado al límite de su arte y de su vida (está al borde de la tumba) y no está dispuesto a asumir que su obra no haya transcendido, que un amigo, también artista, de su edad y que ha llegado más lejos que él, le llame conmiserativamente “viejales”. Con ese cuadro clínico, el viejo supuestamente artista solo puede ser patético. Y lo es, porque se comporta como tal, ya que es un tonto integral. Lo verdaderamente jodido de los artistas mediocres, por muy voluntariosos que sean, es el último acto de su particular drama, porque lo han fiado todo a la gloria, a transcender los límites de tiempo; han puesto toda su alma y su vida para esos momentos finales de homenajes y reconocimientos, antes de que el telón baje y el público (los que solo se dedican a aplaudir) prorrumpa en una sonora ovación. Pero que no se engañen con ese espejismo, porque luego se mueren y el olvido cae inexorable; lo único que pueden sacar del asunto, si han sido listos, es dinero; y si han sido sabios, una cierta gratificación en el tránsito. Nunca podrán ser dioses por el hecho de crear, por mucho que ese sueño los acompañe toda su vida. La vida del artista solo puede acabar mal. Menos mal que cuentan con todo su utillaje, sus estudios, los restos de las mil batallas libradas, más o menos cruentas, pero todas alentadas por los sueños. Restos amontonados, polvorientos, rescoldos que todavía entonan el cuerpo y calientan el alma. Insustituibles porque son su vida misma. Esos pecios siempre me maravillan y hacen que atisbe algún sentido a todo. Me estoy olvidando de la película y no es justo porque está realmente bien contada e interpretada. Lo único es que, para mí, el viejo Meyerowitz es el protagonista absoluto, y parece que para las intenciones de Baumbach es secundario, un pretexto para contar a sus tres hijos, que no tienen especial interés, me parece, salvo porque son tan fracasados como su padre.

Pepe Fuentes ·