16 FEBRERO 2019

© 2014 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2014
Localizacion
Feria de arte Arco. Madrid (España)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (6400)
Fecha de diario
2019-02-16
Referencia
6886

DIGRESIÓN CUATRO. La Culpa, de David Mamet. Dirección Juan Carlos Rubio. Intérpretes: Pepón Nieto, Ana Fernández, Miguel Hermoso, Magüi Mira. Teatro Bellas Artes, diecinueve de Enero. En esta noche de sábado, algunos profesionales habían hecho bien su trabajo y otros no tanto. Por ejemplo, el cirujano plástico que había recauchutado las tetas de la jefa de sala de un restaurante en el que cenamos después, había hecho un gran trabajo. Se trataba de una mujer joven longitudinal, estrechísima, ligeramente guapa, de la que emergían unas protuberancias desmesuradas, gloriosas por tamaño, sexualmente disuasorias (yo no habría sabido manejar ese prodigio, salvo votándolas como si de una pelota de baloncesto se tratara). Tetas de autor. El cocinero del restaurante tampoco se lució especialmente. Sí, sin embargo, el gestor que aplicó unos precios sensiblemente elevados con relación a lo que cenamos. Los taxistas que nos llevaron y nos trajeron del teatro, mantuvieron una profesionalidad estimable, correcta (aunque ahora estén soliviantados y hayan abandonado el servicio). En la obra de teatro, los actores del elenco cumplieron, sin más. Pepón Nieto, el protagonista, se esforzó algo más y le salió una representación correcta, voluntariosa, incluso estimable. Sin embargo, él no se mostró satisfecho una vez finalizada la obra; saludó con un gesto triste, incluso desolado, sin esbozar ni un solo gesto de empatía hacía el público a pesar de que le aplaudíamos, eso sí, con pocas ganas. Parecía estar pidiendo un consolador abrazo. Juan Carlos Rubio, el director, pudo haberlo hecho infinitamente mejor, seguro. En cuanto al resto de los profesionales, todavía no consigo entender para que hizo falta la simulación de una biblioteca antigua enorme, abrumadora, con sus anaqueles de madera rebosantes de libros clásicos (todo el fondo del escenario). No sé si para sugerirnos el alto nivel intelectual del protagonista y que sus criterios venían avalados por profusas y elevadas lecturas. Sin embargo, sí estuvo bien otro escenario alternativo: una especie de caja gris, aséptica, con un alto umbral de luz, de atmósfera inclemente. Y el protagonista absoluto de la noche, David Mamet, que ha firmado una obra completamente fallida (para nosotros), y cuidado, porque Mamet siempre nos ha gustado. Sin embargo, en esta obra, se repite, y repite, y repite. La fórmula de señalar las contradicciones morales y culturales de la sociedad actual, el obvio ataque a los convencionales pilares de una moral liberal ya caduca, no parecen dar más de sí en su teatro. Por si fuera poco, a la rutinaria fórmula añadiremos que la primera media hora el psiquiatra protagonista y su mujer discuten interminablemente, en clave abstracta y aburrida, sobre el supuesto dilema moral que plantea la obra (todavía no nos habían contado los extremos y argumentos dialécticos que contiene). Mamet tarda demasiado en invitarnos a entrar realmente en la historia. Por si fuera poco, el “mejunje” también incorpora la proyección mediática y su capacidad manipuladora (no falta nada); y hasta la infidelidad de la mujer del atormentado doctor. Cómo pasamos nosotros esa durísima travesía del desierto? Dormitando. Fila dos y dando cabezadas casi desde los primeros cinco minutos (Pepón debió vernos y por eso estaba tan disgustado al final). ¡¡¡Vaya nochecita!!!

Pepe Fuentes ·