PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo tres: La Paz (Bolivia), seis de febrero, jueves
II
“Y la mayoría de los viajes resultan banales, van por caminos trillados, aunque para quien los hace sean extraordinarios y de esa forma nos veamos protagonizándolos. Para eso viajamos también, para salir de nuestra rutina, para vivir algo que no esté en ella atrapado”. Chuquiago, Miguel Sánchez-Ostiz
Dormimos bastante mal. Supusimos que debido a la altitud (3700 m). El día amaneció soleado, pero fresco. Habíamos quedado con Carlos a las nueve de la mañana. No sabíamos cuáles serían los planes que nos tenía reservados. Nada más vernos, nos ofreció alguna información sobre el entorno, por ejemplo, sobre el mercado que se extendía por la calle del hotel y adyacentes; los vendedores estaban organizados en dos o tres turnos de ocupación del espacio: desde las cinco hasta media mañana, otro hasta final de tarde y otro acababa a las doce de la noche, de lunes a domingo. Nunca paraban. Siempre esforzados, aunque aparentemente pasivos, sentados y parapetados detrás de ingentes montañas de mercancías. Comenté a Carlos que había oído hablar del mercado popular del Alto (me lo había contado Gabriel, mi hijo) y, dado que era jueves (solo se celebra los jueves y domingos), se ofreció a llevarnos de inmediato…
COROLARIO: El día comenzó con los mejores augurios: espléndida disposición por nuestra parte, un día luminoso y La Paz brillando a nuestro alrededor, con el enjambre de miles de casas agarradas a la vertiginosas paredes que se cernían sobre la hondonada donde nos encontrábamos.