PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA
Capítulo cinco: Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa (Bolivia),
diez de febrero, domingo
VII
“La idea de la nada encierra una voluptuosa sensualidad de la misma manera que el desierto, en su exquisita pureza, es una orgía de los sentidos”. Rafael Argullol
Vino Alberto a concretar la hora de salida del día siguiente. Aproveché la pequeña charla de sobremesa para ponerme estupendo y describir las sensaciones del día. Diserté sobre los afortunados y excitantes encuentros y movimientos a lo largo de los trescientos kilómetros por pistas de desierto y montaña, con un entorno y paisajes apasionantes todo el trayecto. Tierras secas, duras, que combinaban las pistas del altiplano con cumbres sin vegetación coronadas de nieve y lagunas suspendidas de nubes. Pero no solo eran los paisajes cambiantes, sino también la luz, su constante movimiento que hacía que cada instante fuera diferente, especial. Después de mi charla pseudo poética quedamos en que al día siguiente saldríamos a continuar la ruta de desiertos y lagunas en torno a las ocho, después de desayunar…
COROLARIO: Las nubes avanzaban en todas direcciones adoptando composiciones distintas y, sus diferentes tonalidades, hacían que en la tierra se reflejaran matices y texturas constantemente mudables. Pasé todo el día asombrado, encantado. Yo también viajé en las nubes.