4 JULIO 2019

© pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Fecha de diario
2019-07-04
Referencia
9283

DIGRESIÓN CUATRO. Andrea Pixelada, de Cristina Clemente. Dirección Marienella Morena. Intérpretes: Borja Espinosa, Assun Planas, Mima Riera y Roser Vilajosana. Teatro El Pavón Kamikaze, treinta de abril. Dice el programa de mano: “Andrea Pixelada es una historia que solo tiene sentido hoy. No podía ser contada hace diez años y, probablemente caducará en poco tiempo”. Tiene razón quién haya escrito este pequeño texto, quizá la propia autora a la que no conocía de nada y seguramente olvidaré también pronto, como la propia obra. O tal vez haya sido la directora, Marienella Morena, uruguaya, que tampoco conocía y que hace un excelente trabajo de montaje y dirección. La obra es dinámica, ultrarrápida, divertida, bien concebida e interpretada, especialmente por Vilajosana, una chica eléctrica, vertiginosa y tremendamente simpática, aunque su personaje resulte omnipresente y abrumador. Soberbia de principio a fin. La historia va de una “booktuber” con más de trecientos mil seguidores en su canal. Pretende cambiar el mundo a través de la literatura o de la ficción, como se prefiera. Ese planteamiento, tan aparentemente irreal, tiene una razón lúcida y cierta: el mundo solo se podrá cambiar a través de la literatura, o del arte, o con el teatro, naturalmente, como han hecho todas las religiones que en el mundo fueron, son y serán. El problema que tiene Andrea y su sueño es que ahora todo es vertiginoso y los planes que se sustentan sobre soportes perecederos son flor de un día. Las dichosas redes sociales, sostenidas por la tecnología en línea, aun siendo el único modo de hacer ahora, no durarán mucho. Mutarán en otras, y esas en otras y así sucesivamente. Rápido rápido. Bueno, eso no lo sé bien. Y total a mí no me afectará porque moriré mañana. La dificultad de Andrea y su ambición pixelada de rutilante éxito es que es olvidable, como la obra que presenciamos, a pesar de su fulgor. Excelente e imaginativa la propuesta de la trama, con una dinámica y nada forzada mezcla de ficción literaria y vida real y familiar de Andrea. Bien interpretada por todos y una adecuada puesta en escena, sencilla y eficaz, hizo que la tarde de teatro (entramos de día), fuera gozosa. Gustó al público, pero sin arrebatos entusiastas.

Pepe Fuentes ·