5 SEPTIEMBRE 2019

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Seseña. Toledo
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD PAN F 50
Fecha de diario
2019-09-05
Referencia
9384

DIGRESIÓN UNA: La caza. España (1966). Guion: Angelino Fons y Carlos Saura. Dirección: Carlos Saura. Música: Luis de Pablo. Fotografía: Luis Cuadrado. Intérpretes: Ismael Merlo, Alfredo Mayo, José María Prada, Emilio Gutiérrez Caba, Violeta García, Fernando Sánchez Polack, María Sánchez Aroca. Tenía muchas ganas de volver a ver esta película. La vi hace muchos años y me gustó mucho. Áspera, revulsiva, cercana, certera. Apunta con precisión y da en el centro mismo de una España, una época y unos personajes reconocibles hasta el malestar. Para mí tiene una significación especial dado que fui hijo de esa época y esos paisajes y, por si fuera poco, de un guarda de un campo cercano al de la película; además, viví en una casa y en unas condiciones prácticamente iguales (también mi madre me bañaba en un barreño al sol) y de la caza de los conejos (tuvimos bichos, esos siniestros animales).  Siete personajes representan una tragedia mayor en solo unas horas. El tempo de maduración, trágico, creíble e inexorable. Dos de ellos, poseídos por una enajenación rencorosa, escenifican sobre un campo inclemente, seco, polvoriento, escueto, sus peores pesadillas, y el peor de todos, el tipo encarnado por Alfredo Mayo, prepotente y gritón hasta el desagrado. Poco después de llegar dan una batida de caza de conejos donde matan, matan y matan, en una orgía de sangre y crueldad. Los conejos caen en dramáticos escorzos entre una nube de polvo. El plano secuencia de esa masacre, combinando los ademanes, los disparos y los primeros planos de los cazadores, es soberbia, brillante. Pero la historia va mucho más allá porque Fons, Saura y Cuadrado crean una obra como perfectos hermeneutas en la plasmación del alma de nuestro ser nacional. Soberbio el tratamiento del paisaje, en la plasmación del calor a través de una aproximación a la piel de los sudorosos protagonistas. Los primeros planos son un escalpelo en el alma empobrecida de cada uno de ellos. Blanco y negro perfecto en un escenario único, de no más allá de un kilómetro cuadrado, en todo un alarde de talento y sabiduría fotográfica. No, no es una película perfecta, el guion podría ser mejorable tal vez, pero sí esencial, de una belleza memorable y una brutal metáfora sobre una época y un país como el nuestro.

Pepe Fuentes ·