12 SEPTIEMBRE 2019

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Feria de arte Arco. Madrid (España)
Soporte de imagen
-120 MM- ILFORD DELTA 3200 (6400)
Fecha de diario
2019-09-12
Referencia
8921

DIGRESIÓN UNA (1). Schtisel (Serie: 2 temporadas, 24 episodios, Israel 2013 y 2015). Director: Alon Zingman. Intérpretes: Doval’e Glickman, Michael Aloni, Neta Riskin, Shira Haas, Sarel Piterman, Zohar Shtrauss. Shtisel cuenta la vida de una familia haredí que vive en Mea Shearim, el más conocido barrio ultraortodoxo de Jerusalén. Fue emitida en Israel y fue un éxito nacional. El viejo rabino Shúlem Schtisel se asusta y se pega a la pared cuando uno de sus nietos entra en su casa con un perro. Le dice: “Los perros son animales impuros. Si ves un judío con un perro solo puede ser por dos cosas, bien porque no sea judío o porque el perro no sea un perro”.  Esa escena resume anecdóticamente la posición de los judíos ultraortodoxos ante la realidad que les rodea o cualquier otra circunstancia ajena a su microcosmos. Vertebran su vida en torno a la Torá (instrucciones dadas por Dios para su pueblo, a través de Moisés) y, a partir de esos incuestionados y sacrosantos valores, construyen su cuerpo social sustentado en la estructura básica de la familia. Esas creencias absolutas devienen en un cuerpo de normas y leyes de estricto cumplimiento que, aparentemente, constriñen sombría y férreamente a todos sus integrantes. Algo así como vivir Kosher, necesariamente, a todas horas. Tantas estrecheces espirituales suponen que la culpa los acompañe de por vida como nubarrón amenazante. En cualquier momento pueden verse sorprendidos por la condena de la ortodoxia, siempre acechando, siempre vigilante. Puede que, a pesar de vivir en la aparente e incómoda situación de vigilados, o directamente sospechosos, estén encantados con sus vidas porque estén inmersos en la erótica del peligro: una oscilación constante entre la satisfacción del riguroso cumplimiento y la culpa por lo contrario. Lo cierto es que poco sé sobre las capacidades equilibristas de nadie, y menos de personas tan alejadas de mi irreductible ateísmo. Precisamente por esa distancia existencial, siempre he sentido un vivo interés por el judaísmo estricto. El relato se centra en la vida de la familia Schtisel y, entre ellos, los protagonistas absolutos: Shúlem, el patriarca, un hombre de más de sesenta años, fuerte, manipulador, terco (casi siempre consigue lo que se propone), comedor y fumador (como dice de él un casamentero); Akiva, su hijo pequeño, un encantador muchacho, enamoradizo, profesor de la  yeshivá de su padre, y siempre obediente a lo que este le ordena, pero que se las arregla para conseguir hacer lo que verdaderamente le interesa: no casarse con la chica equivocada, elegida por su padre, y pintar, a pesar de la oposición de los valores ortodoxos; finalmente Giti y su hija mayor, mujeres fuertes y determinadas a luchar callada y firmemente por lo que desean, siempre en el seno de la sagrada ley judaica, claro…

Pepe Fuentes ·