17 FEBRERO 2020

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
Palenque (México)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (800)
Fecha de diario
2020-02-17
Referencia
9614

DIGRESIÓN DIEZ. El sueño del celta, Mario Vargas Llosa (2010). Ebook, Penguin Random House (20I5).
Intensa biografía novelada de los hechos épicos del personaje irlandés Roger Casament, desde finales del siglo XIX hasta comienzos del XX (1916). Tres grandes capítulos: El Congo belga; la Amazonía (Putumayo peruano); e Irlanda. En los dos primeros enclaves, Casament realizó una titánica y heroica misión humanitaria para poner en evidencia y hacer llegar al mundo occidental, especialmente a través del gobierno inglés para el que trabajaba como diplomático, los abusos genocidas por parte de la monarquía belga (Leopoldo II) y, en el Putumayo peruano, por parte de una compañía inglesa que gestionaba un indeseable con el beneplácito del gobierno peruano: Julio C. Arana. Explotaban el caucho en la selva amazónica a costa de esclavizar y tratar como animales de carga susceptibles de sacrificio a los indígenas. No tenían ninguna compasión con ellos: los secuestraban y hacían trabajar hasta el desmayo, los infligían castigos físicos inhumanos, torturaban, violaban a las mujeres y niñas, los mataban de hambre y, finalmente, los eliminaban impunemente. En esas dos misiones, Casament se empleó a fondo, con pasión y un arrojo que pudo costarle la vida. Su actuación fue clave para mejorar sustancialmente las intolerables situaciones. En los hechos y circunstancias que se dieron en esos dos escenarios se evidencia la inconcebible y espeluznante capacidad del ser humano para enfangarse en el sinsentido de una crueldad sobrecogedora; y, en el caso de Roger Casament, para entregarse a un labor solidaria y compasiva hasta el límite de sus fuerzas. En esta obra palpitan las abismales distancias entre comportamientos humanos. En cuanto al tercer capítulo, Casament en ningún momento perdió la perspectiva de que era irlandés y que consideraba inadmisible la subordinación de su país a la corona y gobierno inglés. Cuando terminó su misión en el Putumayo se trasladó a Irlanda, incorporándose a una militancia entregada a la causa de la independencia irlandesa. Combatió varios años corriendo los máximos riesgos; propició una alianza con Alemania para que, en el contexto de la I Guerra Mundial, atacaran a Inglaterra y así crear el mejor escenario posible para una revuelta irlandesa que no llegó a consumarse. Fue descubierto, detenido, juzgado y ajusticiado en 1916, tan solo tres años antes de la revolución y conflicto bélico entre Inglaterra e Irlanda que supuso la independencia y constitución de la República Irlandesa, y que conllevó la división entre norte y sur (el norte, Ulster, siguió unido a Inglaterra). A lo largo de toda su vida, Casament se entregó en cuerpo y alma a sus ideales y compromisos. Fue un gran hombre, sin sombra de duda. Vargas Llosa lo cuenta con su sabiduría literaria en una obra brillantemente articulada, con un despliegue narrativo absorbente. Viajó en 2007 al Congo, durante trece días, siguiendo los itinerarios donde actuó su protagonista; también, en 2008, a Irlanda, durante otros trece días, donde visitó los lugares clave en la biografía de Casament. En su relación de agradecimientos aparecen numerosos colaboradores que le prestaron una ayuda fundamental para documentar esta soberbia obra mayor. Por mi parte, la lectura en la que relata las experiencias del Congo y la Amazonía, me han resultado apasionantes y absorbentes; no así el capítulo dedicado a Irlanda, que aun siendo impecable tanto testimonial como literariamente, está impregnado de espíritu nacionalista y patriótico, como no puede ser de otro modo, ya que Casament lo era, y eso me ha provocado un cierto rechazo y malestar. Nosotros, los españoles, estamos viviendo aquí y ahora un proceso, el catalán (y otros), con una retórica muy parecida a la que mantenía Casament. Vargas Llosa incluye una afirmación que al parecer pronunció George Bernard Shaw, en una tertulia en aquellos años y sobre el asunto irlandés, con la que no puedo estar más de acuerdo: “No se engañe: el patriotismo es una religión, está reñido con la lucidez. Es puro oscurantismo, un acto de fe”. Íntimas, mínimas y coyunturales objeciones aparte, esta novela es una obra inmensa, exhaustivamente documentada, y narrada con un talento y finura literaria que hacen de su lectura un hecho memorable.

Pepe Fuentes ·