15 MARZO 2020

© 2019 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2019
Localizacion
La Paz (Bolivia)
Soporte de imagen
-35 MM- ILFORD SFX. 200 (800)
Soporte de copias
ILFORD MULTIGRADO BARITADO
Viraje
CLORURO DE ORO
Tamaño
18,5 x 28,5 cm
Copiado máximo en soporte baritado
1
Copias disponibles
1
Año de copiado
2020
Fecha de diario
2020-03-15
Referencia
9894

BREVE DIARIO (de incierta e intermitente duración) DE UNA PANDEMIA UNIVERSAL CONTEMPORÁNEA I
Miércoles, once de marzo, por la mañana muy temprano.
“La muerte está justo detrás de vosotros. Su guadaña centellea sobre vuestras cabezas».
Eso se dice en la película El séptimo sello, de Bergman. Entonces, en el siglo XIV, era La Peste Negra la que asolaba Europa; ahora, es el Coronavirus el que puede arrasar el mundo entero.
Aquella pandemia, al menos le sirvió a Bergman para realizar una gran película, de belleza convulsa y sombría, que reflexionaba sobre la muerte y la existencia de Dios. Ahora, esta Peste Negra contemporánea, por el momento solo nos sirve para ponernos en -modo pánico- e irnos corriendo al Súper a comprar papel higiénico. Nosotros lo hicimos el martes por la tarde y, a la caída de la tarde, apenas si quedaban existencias.
Moriremos, sí, tal vez, pero con la despensa llena.
No se puede decir que la humanidad haya avanzado mucho en su dignidad y sabiduría.
Mejor comprar mucho de todo, compulsivamente, que repasar cómo ha sido nuestro paso por el mundo. Para eso, me parece que no hay tiempo.
La verdad es que no puedo escribir sobre lo que está pasando en estos días en el mundo, y más concretamente en nuestro país, por la llegada de una plaga, quizá justiciera, porque soy incapaz de entender nada y mucho menos saber qué es lo más conveniente que se puede hacer.
Unos dicen que mejor hacer una cosa, otros que la contraria; unos que hay que cerrarlo todo y otros que no; y yo no tengo opinión. Todo sucede demasiado rápido.
Se me ocurre que la epidemia podría ser una excelente ocasión para que los Dioses de todas las civilizaciones aprovechen la oportunidad que les ha brindado un insignificante murciélago (o el maldito bicho que haya sido) para impartir justicia divina, la que es propia de su oficio. Sería algo así como infectar a los tontos, a los codiciosos, a los vanidosos, a los corruptos, a los malos malos y a todos los personajes execrables del mundo. Pero mejor que no sea así porque, puesto a imaginar lo peor, lo mismo también me muero yo, que malo no creo ser, aunque sí un poco tonto.
Como no estamos en la época de las cruzadas (o sí), ni soy un noble de agónicas zozobras y espíritu guerrero, no juego al ajedrez, ni soy sueco como Bergman, y encima no creo en ninguno de los Dioses del catálogo, me limito a escribir esta sarta de tonterías; simplemente porque tengo una fotografía que cuadra con todo esto y no quiero desaprovechar la oportunidad de lucirme un poco ante Naty y ante mí mismo (a Míster Brown todavía no le he enseñado a interpretar las sutilezas de este diario).
Nosotros, si nos morimos, no será por no tener papel higiénico.
Bueno, a ver, pensando seriamente, no sé por qué pero no siento demasiada preocupación (por el momento).
En el colmo de la frivolidad, tampoco estoy reflexionando sobre la vida y la muerte como Antonius Blovk, el caballero del Séptimo Sello, que le sirvió a Woody Allen de inspiración para hacer películas existencialistas en clave de humor, o tal vez de inteligente ironía, que tantas ganancias artísticas le han reportado; eso sí,  gracias a su inmenso talento…

Pepe Fuentes ·