8 JULIO 2020

DIGRESIÓN SEIS. Queen & Slim. EE.UU (2019). Guion: Lena Waithe y James Frey. Dirección: Melina Matsoukas. Fotografía: Tat Radcliffe. Música: Devonte Hynes. Intérpretes: Daniel Kaluuya, Jodie Turner-Smith, Chloë Sevigny, Bokeem Woodbine, Gralen Bryant Banks, Roger Petan, Kenneth Kynt Bryan.
Esta película funciona muy bien, y lo hace a pesar de que el guion es desesperadamente flojo. También, a pesar de que sobre metraje. E incluso supera un cierto envaramiento de los actores. ¿Cuáles son, entonces, sus puntos fuertes? Varios: es una road movie (que tanto me gustan); tiene una banda sonora espléndida, salpicada de potentes blues sureños (los mejores momentos: un bar de atmósfera caliente y sensual donde clientes, casi todos negros, bailan música en directo de un grupo de veteranos bluesman); y, naturalmente, la causa (tan de actualidad en estos días), por la que solo se puede sentir una incuestionable e indignada adhesión. El racismo es inadmisible, siempre, en todo caso. Hechos u opiniones racistas solo pueden ser ejercidas por seres primarios y miserables. Pura y puta escoria. Pero eso es sabido y por obvio poco recorrido puede tener en el mundo del arte, salvo como punto de partida referencial. Lo importante de esta película no es poner en evidencia el inadmisible racismo, sino que Matsoukas nos cuenta una historia potente, plena de momentos intensos, bellos, tanto fotográfica como musicalmente. Y, a pesar de los trompicones del guion (incluyendo el innecesario énfasis y subrayado de los momentos finales), la historia, en conjunto, funciona muy bien porque pone en pantalla recursos puramente cinematográficos. Vibra y se agita, en algunos momentos con furia, y eso está muy bien.