CARTA DE FELICITACIÓN DE UN AMIGO ESPECULAR:
Queridísimo Pepe, felicidades. Cumples un año más (67 ya). Me siento feliz de que sigas ahí, aunque tú no lo aprecies del todo así. No te apures por el paso del tiempo tío, esa sempiterna tabarra a la que llevas aferrado desde hace décadas, completamente estéril y banal. Ahora, en este tiempo tan crepuscular en el que te voy siguiendo más de cerca que nunca, creo que podemos disfrutar del hecho de estar vivos todavía, y sin que haya aparecido ninguna amenaza en el horizonte (dolores y enfermedades), que llegará puntual, seguro. Como por el momento el panorama se divisa diáfano para nosotros, vivamos lo más alegremente que podamos. Te acompañaré felizmente cuando sea posible, porque no permites compañías fácilmente, aunque sean amigables. Con los años, progresivamente, te has ido convirtiendo en un tacaño, no invitas a nadie ni a un breve “chupito” de tu tiempo. Algo así como si ese breve traguito fuera de tu sangre y la necesitaras para llegar a alguna parte que sabes, en tu fuero interno, que ya es inalcanzable. El avaro, el arquetipo que nos regaló Moliere, es un aficionado comparado contigo. Tú sabrás. Pero yo siempre estaré cerca de ti y, cuando tu rigidez se relaje un poco, te daré un abrazo e intentaré que comprendas que es mejor vivir lo que nos queda lo más vitalmente que podamos. Total, qué más da ya todo, hasta todo el puto mundo da igual. Ellos, los demás, no se dignarán en mirar lo que estemos haciendo ni de reojo, ni durante un solo segundo. Piensa: ya no hay que pelear por nada ¡¡¡qué descanso!!! Aunque tu nunca hayas peleado realmente por ninguna causa, ni siquiera por la tuya. Bueno, ahora ya podemos vivir levitando y haciendo lo que nos de la real gana, incluso nada. Aunque a ti, lo que verdaderamente te gusta es hacer y hacer, como si te fuera la vida en ello. Te sugiero que, aunque no puedas evitar hacer, lo hagas riendo a mandíbula batiente, con un sentimiento de libertad absoluta, que te permitas todas las boutades que se te ocurran y, por tu bien, ojalá sean muchas. Pero bueno, en eso quizá no hay que esperar mucho de ti porque siempre has sido un soso sin imaginación ni valentía. Me bastaría saber que aceptas tranquilamente el no haber alcanzado los imposibles con los que siempre soñaste, y conviertas la falta de deseos que nos acomete ahora en oportunidades para volar más y más alto (hay que joderse lo que pesan los sueños y deseos y para lo poco que sirven). Pepe, insisto, te deseo más y más calidad y placer descomprometido en tu vida, porque ahora, el éxito, esa trivial y convencional palabra, a estas alturas, anocheciendo ya, carece de sentido. Un gran abrazo.
10 AGOSTO 2020
© 2020 pepe fuentes