DIGRESIÓN UNA. Berlin Alexanderplatz. Alemania (1980). Película en trece capítulos y un epílogo. Capítulo uno: Comienza el castigo. Guion y dirección: Rainer Werner Fassbinder (a partir de la novela de Alfred Döblin). Música: Peer Raben. Fotografía: Xaver Schwarzenberger. Intérpretes: Günter Lamprecht, Karlheinz Braun, Hanna Schygulla, Claus Holm, Franz Buchrieser, Brigitte Mira, Roger Fritz, Günter Kaufmann, Gottfried John, Barbara Sukowa, Ivan Desny.
Pequeña introducción referencial sobre la obra literaria de Alfred Döblin:
“La historia es dura y angulosa, poblada de gánsteres de poca monta, ladrones, estafadores, chulos y prostitutas pero, incluso en este ambiente, el autor no renuncia a páginas de enorme emoción y lirismo. Escrita, como dijo Walter Benjamin, con la técnica del montaje cinematográfico, es un collage en el que, junto a la narración principal, se amalgaman estadísticas, recortes de periódico, anuncios, canciones, descripciones científicas, funciones matemáticas que explican un homicidio y extensas referencias bíblicas al hilo de los acontecimientos. Todo ello conforma un caleidoscopio que muestra diferentes formas de ver la realidad de forma simultánea, tal como se promovía desde las vanguardias artísticas del momento. Es sencillo ver en sus páginas aportaciones expresionistas y futuristas, pero también cubistas, surrealistas y dadaístas (…)
La historia de Berlín Alexanderplatz es la historia de Franz Biberkopf, «peón de albañil y mozo de cuerda», de poco más de treinta años, que en un brote de violencia alcohólica mata a su novia –a la que previamente había prostituido-, y es condenado por ello a cuatro años de prisión”. Fernando Alonso (Billar de Letras).
Fassbinder fue un compendio de estilos a cada cual más y más contundente, más exuberante, más incontenible. Tengo un recuerdo fascinado de muchas de sus películas vistas en los cines Alphaville, en la calle Martín de los Heros de Madrid, cuando ir al cine era casi un acto de afirmación, de rebeldía. En aquél entonces, para mí, Fassbinder era un apóstol de la modernidad y del arte total en cine. Por eso, ahora, gracias a la nueva plataforma Filmin, me he lanzado con avidez a recordar Berlin Alexanderplatz, y después, ocho o diez películas más que tienen en la parrilla. Todo un acontecimiento cinéfilo.
Franz Biberkopf sale de la cárcel después de cuatro años (1928). De pronto, el encuentro con una fotografía de un expresionismo brutal, de bajos tonos y alto contraste, nocturna, ominosa, enrarecida por el recuerdo de un luctuoso hecho del pasado donde Franz mata a una mujer (parece que la suya). Franz está confuso, desorientado y suda, suda tanto que más bien parece sangre porque es lo que provoca la memoria palpitante y sufriente de sus culpas…