24 NOVIEMBRE 2020

DIGRESIÓN NUEVE (y 2). Sånger från andra våningen (Canciones del segundo piso). Suecia (2000). Guion y dirección: Roy Andersson. Intérpretes: Lars Nordh, Stefan Larsson, Bengt C.W. Carlsson, Torbjörn Fahlström, Rolando Núñez, Sten Andersson, Lucio Vucina, Per Jörnelius.
…porque, a pesar de que el panorama visual es el mismo en toda la trilogía, en ésta los personajes se mueven en unos escenarios más oscuros, sin concesiones, y el feismo de todos ellos es sensiblemente más demoledor, insoportable casi: parecen extraídos de la pintura más negra de la historia (curiosamente, después de escribir la frase anterior, me encontré en Internet con esta declaración suya: «Goya se convirtió en mi principal influencia como creador… Otras influencias, Luis Buñuel y pintores: Pieter Bruegel el Viejo, Honoré Daumier y Otto Dix”). Efectivamente, cuando veo su cine no puedo dejar de pensar en Goya o Dix. No obstante, a Andersson no se le puede reducir tan solo a un discurso filosófico, literario o estético negativo, pesimista o nihilista, porque sus películas irradian un sentido del humor que actúa como anestésico o, cuanto menos, analgésico. El complejo universo estético y expresivo, desarrollado en unos escenarios imaginarios, fantásticos, surreales, asombrosos, son la clave que vertebra su obra. Sus alucinados escenarios y personajes son engañosamente reales porque son reconocibles (dormitorios, cocinas, pasillos, camas, hospitales, calles, grandes espacios públicos…), sin embargo, a través de sus escenificaciones descontextualiza y decodifica lo aparente para situar todos los componentes que intervienen en otra dimensión. En sus performances, tan oníricamente teatrales, sus criaturas representan sus frustradas vivencias a través de diálogos cortos y esenciales (en esta película, por ejemplo: pasajeros de un vagón de metro cantando ópera, que resulta, sencillamente genial; o el colaborador voluntario del conocido truco de magia: el mago le corta la tripa de verdad). Las situaciones aparentemente absurdas están certeramente dirigidas a remover la conciencia existencial y estética del espectador. Dispara, sin contemplaciones, al corazón mismo del sentido de la vida y las contradicciones y miserias humanas. Su estética revulsiva nunca es chirriante o excesiva, todo lo contrario, siempre es impactante, oportuna y de una surreal belleza que convierte a sus películas en bellísimos e imaginativos ejercicios, convulsos e inolvidables.