25 NOVIEMBRE 2020

DIGRESIÓN DIEZ. Meu Amigo Hindu (Mi amigo hindú). Brasil (2015). Guion y dirección: Héctor Babenco. Fotografía: Mauro Pinheiro. Intérpretes: Willem Dafoe, María Fernanda Cândido, Reynaldo Gianecchini, Selton Mello, Bárbara Paz, Guilherme Weber, Dan Stulbach, Gilda Nomacce.
Un año antes de morir Héctor Babenco realiza esta película en la que cuenta una historia que le sucedió a él.
“Desde el primer cáncer, a los 38 años, hasta la muerte, a los 70, y después de un sinfín de idas y venidas a hospitales, el director convirtió el cine en su aliento para seguir vivo”.
Es la convulsa y bellísima historia de la vivencia de Héctor Babenco a partir de que le desahucian, como consecuencia de un agresivo cáncer, y le proponen un único tratamiento posible (de inciertos resultados): trasplante de médula. La probabilidad de superar la enfermedad era mínima. Babenco, a pesar de los malos augurios, quería vivir por encima de todo y acepta someterse a ese durísimo tratamiento. A través de la evolución de desgarradores y crueles procesos, se percibe la crudeza de la enfermedad y lo cerca que está de arrebatarle la vida. En un momento crítico se le aparece un apocalíptico mensajero del más allá, acompañado de una siniestra mujer (la peor encarnación de la muerte imaginable), para decirle que trae instrucciones de llevárselo. Como homenaje cinéfilo al Séptimo Sello, juega con el heraldo negro una partida de ajedrez dándole un simbólico jaque. En una de sus dolorosas alucinaciones en la línea divisoria entre la vida y la muerte se le aparece un médico sabio que le dice: “si mantienes vivos tus sueños puede que vivas”. Sobrevive y, a lo largo de los treinta y dos años siguientes, realiza sus sueños (películas) y vive una intensa vida creativa. Impecable y poderoso Willem Dafoe encarnando la experiencia de Babenco, a la que dota de una vibrante y emocionante verosimilitud. No basta con haber tenido una experiencia estremecedora para realizar una intensísima película sobre el propio dolor y la cercanía a la muerte, sino, también, estar dotado de un inmenso talento y una voluntad única.
«La muerte vino tantas veces para Héctor que pasamos a creer que él era infinito, que no iba a morir jamás», Bárbara Paz (viuda de Héctor Babenco).