EL MAPA DE LOS DÍAS
9. MARTES (8 de Diciembre).
Junto a Charlie Brown me he desplazado a veinte kilómetros al noreste, a un lugar al que hemos ido varias veces en los últimos años. Cerros secos, ásperos, con un funesto pasado bélico, que se extienden a lo largo de varios kilómetros. En las crestas hay restos de las trincheras (ahora casi cegadas) en las que se apostaban los republicanos que intentaban obstaculizar el avance de los nacionales hacia Madrid: “El pueblo redime siempre sus extravíos con sangre y, en aquellas jornadas, el pueblo español se disponía a derramar la suya pródigamente” (Artículo de Jesús María Pascual, sobre la dimisión de Martínez Barrio como presidente del gobierno republicano). Ascendí penosamente, con kilos de barro adheridos a las zapatillas de andar despacio. En la zona hay casas abandonadas, algunas ya exploradas y otras no. Nos propusimos volver al día siguiente para descubrir si algo había cambiado. Los lugares abandonados se deterioran hasta la total desfiguración a gran velocidad, en muy poco tiempo, por eso me intereso mucho por ellos: por su analogía con el ser humano…
La fotografía: Nada más llegar frente a los cerros que tenía pensado remontar, realicé esta toma que resultó plana, descriptiva y sin ninguna significación especial. Luego, ayudándome de la New Age fotográfica y bastante empeño, recoloqué algunos tonos, no solo para hacer que la imagen resultara plásticamente más sugerente, sino, además, para añadir matices de un cierto dramatismo que el paisaje indudablemente tiene, y sobre todo tuvo (por las batallas que supongo que se libraron), y que la toma directa digital no me ofreció.