6 ABRIL 2021

LOS MICROVIAJES: Los Calatravos (1)
Viernes, veintiséis de marzo de dos mil veintiuno.
Salimos a las ocho y media de la mañana (ni pronto ni tarde).
Los Microviajes están definiéndose como un ejercicio pleno de sensatez y de un cierto orden, salvo porque falta algo de planificación analógica (de lo que me encargo yo, precisamente).
El primer objetivo era llegar a Motilla del Azuer, un pozo medieval de gran belleza constructiva (se puede ver en Internet), a 124 Km de nuestra casa (fueron algunos más porque nos perdimos un poquito). Lo malo de ese propósito fue que no tenía sentido llegar hasta allí, ya que la información previa obtenida era que el yacimiento estaba cerrado, pero pensé que quizá desde fuera se podría ver un poco, al menos para hacer alguna fotografía. Pero no, una valla nos impedía acercarnos. Desde lejos era tan solo un muro no muy alto, de color tierra. Objetivo fallido, y avisado estaba: la culpa, enteramente mía.
De ahí a Carrión de Calatrava (33 Km), y más concretamente a Calatrava la Vieja, fortaleza musulmana en su origen (siglo VIII). Hasta casi cuatro siglos después de su construcción (1147) no se consolidó el dominio cristiano sobre la plaza. La mantuvo, primero, la orden del Temple, y luego, la de Calatrava, fundada con el propósito de administrar y defender el enclave, de ahí el origen de su nombre. Hasta ahí la génesis que más o menos define su configuración arquitectónica actual.
Llegamos en torno a las once de la mañana. En ese momento se organizaba un pequeño grupo (cuatro personas) para realizar una visita guiada. Nosotros decidimos visitar la fortaleza a nuestro aire, como nos gusta (para fotografiar sin interferencias didácticas)…
La Fotografía: Interior del recinto de la ciudad-fortaleza. Sin más.
La dificultad de fotografiar yacimientos arqueológicos es que es casi imposible escapar de su contundente e irreversible morfología. Si intentas hacerte el interesante, y ya no digamos el “artista”, con encuadres o perspectivas “originales”, no lo consigues porque caes en la fácil pretenciosidad y, además, te llevas por delante el respeto que merecen construcciones milenarias, como es el caso. Yo, procuro comportarme contenidamente, como si no fuera alguien que porta una cámara con pretensiones. Lo consigo sin dificultad porque no necesito esforzarme para hacer algo sin talento, me sale solo…