EL MAPA DE LOS DÍAS
50. Martes (27 de Abril de 2021) y II
…Todo el mundo de la fila (delante y detrás de mí) eran, o al menos parecían, viejísimos.
Supuse, y luego comprobé, que todos habíamos nacido el mismo año (no diré cual).
Me dejé llevar por un cierto optimismo y pensé que todos, aunque se orientaran bien, tenían peor aspecto físico que yo. Naty me tiene dicho que me conservo mucho mejor que el resto de mis colegas de nacimiento, y me lo creo porque me viene bien.
La administración de sanidad había decidido llamar a los nacidos el mismo año al mismo tiempo, sin evaluar los efectos secundarios del impacto emocional y estético que eso suponía.
Fue horroroso.
El pinchazo no lo sentí pero levantar la vista y mirar alrededor me llevó a un estado de postración y tristeza que hoy, un día después, me tiene inmóvil, tirado en mi cheslong de escribir cosas inútiles, sin capacidad de reacción (de ese efecto nadie habla, y a mí me parece que es el peor de todos).
Después de que me pincharan me encerraron en una especie de sala de espera grande junto a otros muchos (en el nuevo hospital todo es grande) y una enfermera nos explicó algunas cosas sobre la dichosa AstraZeneca. No hice mucho caso, la suerte estaba echada, poco más podía hacer al respecto.
Detrás de mí, un hombre decía a otro que desde que se había jubilado se aburría. Que se joda, pensé yo (seguro que era de los que no se habían perdido buscando el hospital grande). Existencialmente, la maldita jubilación hay que prepararla durante toda la vida y él seguro que tan solo había perdido su tiempo en cosas que ya no tienen maldita importancia.
A mí me pasa lo mismo, pero al menos he conseguido mantener la entelequia.
A la salida me encontré con Carmen, mi exmujer, que esperaba a su marido (es de mi edad). Nos saludamos cariñosamente, como siempre, y hablamos brevemente de nuestro hijo, al que hace dos años que no vemos por la maldita pandemia y, sobre todo, porque se fue a vivir muy lejos. Hizo bien. Aquí no hay mucho qué hacer.
Hoy, un día después, me he levantado con un ligero dolor en las piernas (como de agujetas), una cierta pesadez en todo el cuerpo y poco más. Parece que la peligrosa AstraZeneca no va a acabar conmigo, quiero pensar, pero es pronto para asegurarlo.
No obstante, como del pinchazo no me enteré y no siento nada verdaderamente grave, he empezado a pensar que la vacuna fue tan solo un simulacro, a mala idea. Ni siquiera placebo. Porque lo único real que percibí es que me enseñaron una jeringuilla, y ya está. Nada más parece haber sucedido.
La Fotografía: La última fotografía que realicé el viernes veintitrés (el día de los heraldos negros y los inodoros desubicados), que me gusta mucho. Dos horas de caminata fotográfica: cuatro fotos (a veces pienso que soy increíblemente eficiente en mis despropósitos, y no me lo explico). Tanta productividad levanta mis sospechas. Algo va mal aquí, no sé exactamente qué pero, algo va mal (parafraseo a Cheyenne, protagonista de la película que tanto me gustó: Un lugar donde quedarse, de Paolo Sorrentino). El lugar de toma está situado en el espacio de una pequeña finca abandonada de tres por tres kilómetros, aproximadamente. Es el sitio en el que, muy probablemente, más fotografías he realizado en estos últimos quince años. Voy una y otra vez, obsesivamente, no fotografío en todas las visitas pero es un escenario que siempre tengo presente cuando ideo mis inútiles puestas en escena.