4 MAYO 2021

LOS MICROVIAJES: Las inauditas cuevas y el explorador siempre desorientado, o la importancia de la fotografía (4)
Lunes, cinco de abril de dos mil veintiuno
Llegamos a Tembleque a las dos del mediodía. Nos dirigimos inmediatamente a la Plaza Mayor (siglo XVII) de necesaria y urgente visita. Espacio vacío de prodigioso equilibrio, misterio y belleza. No había absolutamente nadie. Una suerte.
En esta parada no tengo mucho más que decir, así que como se trata de narrar un viaje, corto, pero viaje a fin de cuentas, recurriré a una cita de Luis Landero, extraída de su magnífico y último libro, El huerto de Emerson, que he leído con ganas y mucho placer: “Diríase que la experiencia vital no está completa hasta que no contamos o nos contamos lo vivido. Y, sin embargo, tengo nostalgia de todos los caminos que no he andado. Hay en mí un viajero incansable e intrépido, ávido de aventuras, y ese es uno de mis yoes más desatendidos. Siento nostalgia de la vida. Por eso a veces he pensado en escribir un libro de viajes”.
La Fotografía: Uno de los lados de la plaza donde no hay corredores porticados, solo construcciones blancas, herméticamente cerradas, lo que me hizo suponer que eran casas deshabitadas, o por lo menos, vacías. Como siempre me ocurre ante edificios con aspecto de cerrados, siento un vivo deseo de entrar y recorrer el interior, y fotografiar, claro, siempre fotografiar. Me conformé con hacerlo desde fuera.