2 JULIO 2021

© 2021 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2021
Localizacion
DOCUMENTAL: UNA CLASE DE CIELO, de Lance Oppenheim
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2021-07-02
Referencia
1177

DIGRESIÓN UNA (y 2). Some Kind of Heaven (Una clase de cielo). EE.UU. (2020). Dirección: Lance Oppenheim. Documental.
…Si en su frenesí cotidiano consiguen olvidar que están asomándose al precipicio, se ríen, y todavía pueden conjugar en modo subjuntivo deseos y sueños, bien vale el triste y esperpéntico espectáculo que ofrecen sus apergaminados cuerpos e impostadas y locas ganas de socializar y participar en lo que sea, por tonto e histriónico que parezca.
Hay una característica de este supuesto e improbable paraíso que no deja de interesarme y que considero el mayor acierto de esa portentosa ciudad: está concebida para gentes del mismo y trasnochado perfil: edad, extracción social, nivel cultural y poder adquisitivo. A partir de esa premisa, los promotores de este maravilloso invento (también hortera) consiguen neutralizar el ridículo, la inhibición y el malestar de sus habitantes. Entre iguales, socialmente todo vale.
En escenarios abiertos (el mundo puro y duro), los viejos somos víctimas propiciatorias para la marginación y el patetismo por lo que debemos tener cuidado de no significarnos para no provocar inicuas y despreciables sonrisas conmiserativas.
La auténtica y más significativa naturaleza paradisiaca de la que disfrutan los habitantes de The Villages, es que están libres de la presencia de niños, jóvenes (son los peores), y prepotentes gentes de mediana edad. Todos ellos insufribles para los que disfrutamos o sufrimos de la provecta edad, la mía por ejemplo.
Me estoy dejando llevar por un contradictorio y confuso entusiasmo por la Sodoma de la tercera edad (conceptual y socialmente es una iniciativa provocativa y eso me encanta), y me estoy olvidando del propio documental, bastante bueno, por cierto: bien articulado narrativamente, tempo cinematográfico ajustado y fotográficamente excepcional (me recuerda a Diane Arbus, de la que han duplicado planos, encuadres, escenarios, filosofía y un cierto hálito expresionista).
The Villages, ciudad de los viejos y para los viejos, estéticamente es vomitiva de noche y de día, sobre todo de día, en el que se dedican a actividades sudorosas e impúdicas, para las que ya no es momento porque solo ofrecen torpezas, sofocos y riesgo de infarto o de morir ahogados en una piscina cualquiera (a mí me pasaría, si de pronto enloqueciera y me metiera en una). Sin embargo, la vida nocturna (de noche todos los gatos son pardos) resulta mucho más atractiva ya que ofrece sofisticación y ambigüedad estética y, sobre todo, se ponen en juego las experiencias vividas, el arte de la seducción, tan vital siempre, y hasta una descomprometida actividad sexual, en la medida que sea posible, y si no, siempre cabe la opción de soñarla y declinar elegantemente. La actividad nocturna: bailar, seducir, reír, ofrecer lo ya no se tiene (y quizá no se ha tenido nunca) y hacerlo posible y creíble hasta para uno mismo. Es el puro arte de la transfiguración por una buena causa, idiota. Además, compromete la mejor imagen que cada uno tenga de sí mismo. Mientras se sueña con el sexo y el amor no se piensa en morir. La parca, bien educada siempre, espera cortésmente a que las luces y las tardías fiebres de sábado noche se apaguen. Quizá, hacerse ciudadano de The Villages, ayude a vivir más tiempo, si no mueres antes de un ataque a tu más íntimo y selectivo sentido estético, en caso de que lo tengas.

Pepe Fuentes ·