EL JOVEN DE LA IZQUIERDA, soy (o era) yo.
Esta fotografía, cumple hoy exactamente cincuenta años (la fecha está anotada al dorso).
El otro muchacho, el que está sentado a mi lado, se llamaba J.A. Puyo (me parece prodigioso que me acuerde de su nombre); desde entonces no he vuelto a saber de él (su familia se trasladó a Madrid).
En esos años fuimos muy amigos aunque, aparte de intentar ligar y compartir ese tipo de experiencias, no teníamos nada más que decirnos, nuestras cabezas estaban absolutamente vacías. Ni él ni yo fuimos capaces de estudiar nada y a los catorce años comenzamos a trabajar en oficinas, de recaderos. Éramos unos zoquetes integrales. Intentábamos aparentar una cierta importancia a la hora de intentar ligar: trabajábamos de aprendices de oficinistas, es decir, no teníamos que mancharnos de grasa o trabajar con mono, lo que habría supuesto un indicio más que sospechoso de que nuestro destino sería ser gentes pobres y mediocres de por vida. Yo sé lo que he sido y he hecho con mi vida (cultivar y organizar esmeradamente la pobreza en todos los sentidos); lo que no sé es lo que habrá sido de la vida de aquel amigo, aunque no creo que haya sido un triunfador, porque carecía (entonces) de una especial inteligencia o algún tipo de talento. Pero, quizá, sí haya sido capaz de organizar su vida y, sobre todo, rodearse de personas que le hayan ayudado, como me ha pasado a mí. De lo que estoy bastante seguro es que, si no le han echado una mano, se habrá despeñado por cualquier terraplén que haya surgido en su camino. Lo digo porque es lo que me habría pasado a mí, porque de lucidez e inteligencia andábamos a la par.
La Fotografía: Ha llegado al diario súbitamente como introducción al cuentecito que desplegaré a partir de mañana, en El Mapa de los Días. Lugar de toma: Piscina del Circo Romano, en Toledo.
8 JULIO 2021
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