MONÓLOGOS SOBRE ARTE
Capítulo uno
ARCO: Feria de Arte contemporáneo 2021. Madrid.
6. Domingo, once de Julio de dos mil veintiuno
“Un intenso proceso de investigación conceptual y material que abruman al espectador y su dimensión escultórica e instalativa”. Isabel Lázaro (ABC. El Cultural, sobre una obra expuesta en Arco)
Hoy también comienzo con una cita de un crítico porque me parece una buena idea a la hora de dejar dicho el abismo abierto entre los que disfrutan de verdad del Arte Contemporáneo y yo, un simple flâneur. No obstante, cuidado con nosotros, los mirones, porque somos disfrutones por naturaleza: ejercitamos sin propósito ni compromiso el placer de mirar.
Sí, eso es lo que he hecho siempre en Arco, mirar y mirar. Nunca he hablado con nadie, con galeristas, por ejemplo, y ya no digamos con artistas, que habría sido una gran experiencia, dado lo aficionado que soy a estos jolgorios. Lo califico así (un poco de broma) porque lo que sí hago es leer y oír entrevistas a los protagonistas (Directora de la Feria, galeristas, algún artista), que se ponen estupendísimos, venden lo suyo de un modo espectacular y te hacen sentir un pigmeo (con disculpas para los pigmeos); algo así como: -parece mentira, hombre, que no conozcas las maravillosas esencias y verdades que encierra el Arte Contemporáneo, no me explico cómo puedes vivir en esa penuria cultural-.
Cuando los oigo, no sé dónde meterme y me voy corriendo a la Feria, a ver si me entero de algo…
La Fotografía: Un hombre, también en el puto suelo (como la silla del otro día), a punto de caerse de espaldas porque soporta un peso brutal en su zona genital. Independientemente de las múltiples lecturas simbólicas, metafóricas, conceptuales y las siempre insondables y propias de este negocio que podrían hacerse, también estarían las más inmediatas, para gentes de pocas entendederas o chistosas: el individuo representado, tal vez el propio artista, padece de impotencia o de eyaculación precoz y eso le está jodiendo la vida porque hay que ver la terrible incomodidad que soporta ese hombre, por Dios. Pero seguramente, no será nada de eso y el asunto vaya por los derroteros que marca la cita de entrada de hoy. O que no haya palabras, porque ni falta que hacen.