DIGRESIÓN DOS. Niwemang (Media luna). Irán (2006). Guion y dirección: Bahman Ghobadi. Música: Hosseia Alizadeh. Intérpretes: Ismail Chaffari, Allah Morad, Hediyeh Tehrani, Golshifteh Farahani, Hassan Poorshirazi, Farzin Sabooni.
Película poética y bellísima. Tan solo por eso, y sobre todo por eso, la traigo a este diario. Hermética, no tanto porque lo sea sino porque, para cualquier occidental, lo que ocurre en ella, los poderosos sentimientos y emociones que despliega, son de difícil asunción. Conmueve la determinación de todos los personajes para hacer lo que hacen con inquebrantable voluntad: “…el famoso y anciano músico Mamo ha obtenido permiso para actuar en un concierto en el Kurdistán iraquí. Su gran amigo Kako se encarga de conseguir y conducir el autobús escolar con el que recogerán a los diez hijos músicos de Mamo, repartidos entre diversos pueblos del Kurdistán iraní”. El viaje, por escarpadas e imposibles montañas, por carreteras y caminos impracticables, y acosados por partidas de policías que no se sabe muy bien a qué estado pertenecen (desde luego al de hacer que todo sea imposible y amenazador y joder la vida a todos aquellos que se crucen ante su maldad) es mucho más que un viaje, es una acción épica y poética, impulsada por el corazón de Mamo, sus hijos y Kako (entrañable y conmovedor personaje) que creen en la música, su música, la que llevan en el alma desde que nacieron y que tanto significa para ellos. Mamo es capaz de morir por un sueño, impulsa el viejo autobús y a sus hijos como si fuera inconcebible un mañana si el concierto no se celebrara. La película tiene dos posibles lecturas (o más, naturalmente): la mera descripción de los tempos y de los memorables paisajes, fotografiados admirablemente, y las trascendentes motivaciones de los viajeros. Pero, tanto una como otra, y ambas a la vez, resultan de una vibrante y emocionante belleza.
2 AGOSTO 2021
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