25 OCTUBRE 2021

© 2012 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2012
Localizacion
Patricia, Toledo
Soporte de imagen
120 MM- ROLLEI TECHNICAL 50
Fecha de diario
2021-10-25
Referencia
6199

MONÓLOGOS SOBRE ARTE
Capítulo cuatro:
Judith Joy Ross, fotografías 1978-2015

Nueve de Octubre de dos mil veintiuno, Sábado. Fundación Mapfre, Madrid.
La fotografía la hacemos juntos entre ambos. Ellos me dan, yo recibo. Yo los animo, ellos me dan más. Durante unos segundos puede que estemos enamorados. Ya no volveré a verlos”. Judith Joy Ross
Me gusta lo que dice Joy Ross en esta cita de una cartela de la exposición. Sí, es un modo de oficiar la ceremonia del retrato, del rito, de la liturgia que hay que observar en esta disciplina fotográfica; hay más, pero la que utilizaba esta fotógrafa, al menos en casi todos sus retratos, es puro clasicismo formal.
Lo que me cuesta entender algo más es que alguien que se autodefine como artista pueda dedicar toda la vida a retratar personas, y solo personas. Sí, ya sé que con un planteamiento trascendente porque intenta indagar en capas más profundas de los retratados; y, en este caso, además, con implicaciones etnográficas, políticas y sociológicas (y algunas más, supongo, que ahora no se me ocurren).
Fotógrafa rigurosa técnicamente: cámara de placas de 20*25 cm., lo que conlleva un gran despliegue técnico que no se compadece, ni con la fotografía de personas, en la que hay que repentizar mucho, ni con la iluminación natural, a la que ella recurre en toda su obra (puestos a desplegar recursos, mejor con iluminación artificial, siempre más controlable). Una singularidad técnica que la honra es que copiara por contacto y muy bien, por cierto.
No sé, la obra de esta mujer, tan rigurosa, tan coherente, tan bien “hecha”, tan profunda si se quiere, adolece de frescura, de pálpitos, de vida. Sus retratos son fríos en el mejor de los casos y en el peor, aburridos.
No, no creo que haya que sacralizar nada que no sea excepcional y menos una obra por el hecho de que el autor ya sea viejo. Al parecer, por poner un ejemplo de lo que intento decir, una autora de referencia para ella fue Diane Arbus, pero claro la obra de esa grandísima fotógrafa rezuma vida por cada uno de los haluros de plata que sostienen sus retratos. Por cierto, Arbus utilizaba medio formato para sus reportajes, mucho más versátil, sin duda.
Por otro lado, tampoco entiendo muy bien cómo es posible que, la propia autora, frente al desesperante parecido entre unos retratos separados por treinta años de diferencia, por ejemplo, no se preguntara si no estaría repitiéndose hasta el hastío. Supongo que no, y, probablemente habrá pensado que una inacabable y poliédrica perspectiva se la entregaban la diversidad de los personajes retratados. Quizá, pero eso no me lo creo: a mí, los pocos retratos que he hecho han terminado aburriéndome, sencillamente porque no creo que la mera apariencia física sea suficiente para entender y expresar algo verdadero y suficiente, tanto de los fotografiados como de la propia fotografía.
Ciertamente, salvo algunos destellos que reconozco que me resultaron brillantes, la exposición me aburrió bastante. Menos mal que me acompañaba una amiga entendida en arte, además, que me aportó su propia visión y todo resultó mucho más entretenido.
La Fotografía:  Uno de los últimos retratos con intención “artística” que hice. Soy consciente de que lo escrito más arriba proyecta mi sensación de fracaso como retratista. Dejé de ocuparme de esta actividad por frustración, cuando me di cuenta de que jamás sería capaz de ir más allá de la mera apariencia física de las personas que pasaban delante de mi objetivo; y si en algún momento lo conseguía (infrecuente), no era gracias a mí, sino a lo que ponía el retratado por sí mismo.
Yo, como retratista, no me mostraba muy activo que digamos, como al parecer hacía Judith (cita de más arriba). Yo opinaba que el peso debía recaer sobre los fotografiados, que fueran ellos los que gestionaran libremente su presencia frente al objetivo; y yo, tan solo, saber ver el momento oportuno para pulsar el disparador. Sí, algo así: allá cada uno con su espíritu y su impronta y que los dioses repartieran suerte, y sí no, pues No.  Así pasó, que mi particular galería de retratos no vale gran cosa, me parece. Judith, al parecer, hacía lo contrario, pero lo siento por ella, porque sus retratos le han salido más bien sosos.
Ella dice: “Durante toda mi vida supe que quería ser artista, aunque no tenía una idea clara de lo que significaba hasta que descubrí la fotografía. En la cámara descubrí un medio para conectar con el mundo. Las personas (¡sus vidas!) se convirtieron en mi tema principal. Todos eran extraños, pero ahora podía conocerlos”. Judith Joy Ross
Yo nunca conseguí saber gran cosa de mis retratados, al menos a través del lenguaje fotográfico. Será porque no soy artista y ella sí, según ella misma cree.

Pepe Fuentes ·