5 NOVIEMBRE 2021

LOS MICROVIAJES: Provincia de Guadalajara. Primera etapa (1): Toledo> Hita>Jadraque>Camino del Cid>Sigüenza.
Lunes: veinticinco de Octubre de dos mil veintiuno.
Salí temprano de mi casa (7:15), en mi nuevo coche viejo con el que nunca había viajado más allá de setenta kilómetros.
Por fin conseguía viajar después de dos intentos fallidos (mediados de septiembre y primeros de octubre).
Me acompañaba una exultante pero tranquila ilusión.
No sabía cómo me iría, pero yo pondría todo de mi parte, faltaría más.
Bastante tráfico en los alrededores de Madrid, que bordeé con mucho cuidado.
Mi cabeza funcionaba a bajo rendimiento, casi inadvertida y secretamente. Había pasado un estupendo fin de semana y aún flotaba en una especie de bruma algodonosa y prometedora.
Oía un programa de música clásica, concretamente, sobre música creada para versiones cinematográficas de guerras y batallas. Sumamente interesante.
Llegué a Hita a las diez menos cuarto de la mañana. El día prometía sol y calorcito, tibieza feliz, y lo estaba cumpliendo escrupulosamente.
Subí la empinada cuesta del cerro donde se encontraban los restos de un viejo castillo, como si nada.
Fotografíe los páramos que se divisaban desde la cumbre y algunos lienzos sobrevivientes de los muros.
Después de permanecer bastante tiempo recreándome con el paisaje y la panorámica del pueblo desde arriba, inicié la bajada y lo primero que me encontré fue un poema del Libro de buen amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, rotulado en una pared:
“¡Ay Dios, y quán fermosa viene doña Endrina por la plaza!
¡Qué talle, qué donayre, qué alto cuello de garza!
¡Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandanza!
Con saetas de amor fiere quando los sus ojos alza”.
Mi estado de ánimo era óptimo y confiado. Todo iba muy bien y, por si fueran pocas mis altas expectativas, estaba seguro de que todo saldría a pedir de boca…
La Fotografía: Enseguida me encaramé a los restos del viejo castillo completamente destruido que se ve en la cumbre del cerro. Puede que su origen se remontara a época romana; más tarde lo ocuparon musulmanes a los que desalojaron los cristianos en el siglo XI (Alfonso VI), y a partir del siglo XV se inició una lenta decadencia. Por último, en el siglo XX, en la guerra civil, se instaló un destacamento de observación del ejército republicano. No tengo mucho más que decir al respecto del estratégico y airoso cerro de Hita.