LOS MICROVIAJES: Provincia de Guadalajara. Segunda etapa (6): Sigüenza> Carabias, Palazuelos, Bujalcayado, Salinas de Imón, Imón, Atienza, Tobes, Querencia, Riba de Santiuste, Sines, Torrecilla del Ducado> Sigüenza.
Martes: veintiséis de Octubre de dos mil veintiuno.
Desde Tobes llegué a Querencia en unos pocos minutos. Confiaba en que si solo vivían dos personas, con alguna conseguiría hablar. Normalmente yo no deseo hablar con nadie nunca, pero sí en estos parajes, porque sabría de las motivaciones vivenciales de personas que habitan lugares tan extremos y que tanto me interesan. Mis solos recursos, como por ejemplo mi cámara, no me bastaban para saber lo que quería saber.
En Querencia me encontré con solo tres o cuatro casas en condiciones de ser habitadas y algunas ruinas. Al lado de una de ellas, cuadrangular, grande y con poca gracia, había un coche. Me acerqué a ver si pasaba algo y lo que pasó fue que un perro lanudo de media estatura vino hacía mí, tranquilo, puso sus patas sobre mi pecho y pegó su cabeza muy cariñosamente sobre mi estómago, restregándose ligeramente. Sentí el abrazo del perro como un gesto de saludo hacia alguien que hacía mucho tiempo que no veía, pero al que quería entrañablemente. Lo hizo dos veces y me resultó increíblemente afectuoso. Yo también lo abracé.
Después apareció una hermosa oveja merina de ojos amarillos, que me miró a modo de saludo y siguió a lo suyo: mordisquear hierba fresca, pero al menos se aproximó. También había gatos que no se acercaron. Sentado cerca de una ventana divisé parte del cuerpo de un hombre que parecía estar haciendo algo. Las dos personas que vivían allí tampoco se acercaron, ni siquiera se asomaron a saludar. Yo tampoco llamé a su puerta. Una oportunidad de conocernos perdida, pero creo que la culpa fue suya, yo había ido a verlos a tan remoto lugar y ellos no quisieron ni darme las buenas tardes. Bien es verdad que, por qué coño iban a querer ver a un intruso en su paraíso. Ahora es cuando me tocaría soltar esa tópica tontería de: -cuando más conozco a los humanos más amo a los animales- pero no lo haré, porque es absurdo, aunque sospeche que algo de sentido y verdad tiene la frase, al menos en mi caso…
La Fotografía: En Querencia los únicos seres vivos que mostramos querencia fueron los animales hacía mí y yo hacia ellos. El burro también se acercó trotando a saludarme y se plantó delante de mí mirándome con interés. Yo también mostré atención hacia él y fotografié su pacífica deferencia hacia mi visita.
15 NOVIEMBRE 2021
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