15 DICIEMBRE 2021

DIGRESIÓN CUATRO. El extraño viaje. España (1964). Guion: Manuel Ruiz Castillo, Pedro Beltrán. Argumento: Luis García Berlanga. Dirección: Fernando Fernán Gómez. Intérpretes: Carlos Larrañaga, Tota Alba, Lina Cana…
Una de las etiquetas de búsqueda digital es –película de culto- Y sí, a una película así solo se la puede venerar. Por si fuera pocos sus alicientes, aparte de un Fernán Gómez en estado de gracia, unos intérpretes igualmente, soberbios. También intervino el genial García Berlanga, aportando la idea argumental.
Me gustó más la primera parte, quizá porque resulta más ligera, costumbrista y porque sutilmente fija la sociedad rural de los sesenta con una precisión y sentido del humor deslumbrante. En la segunda, cuando el drama se va apropiando de la trama y finalmente se desencadena la tragedia, de una negrura fatídica y esperpéntica, lo diáfano se enrarece un poco en cuanto a ritmo y eficacia narrativa.
La descripción de la vida cotidiana en el pueblo es impagable: la vida en la plaza, los bares, la farmacia, la mercería y sobre todo las noches de los sábados (hasta una hora prudencial) con su baile amenizado por un conjunto de cuatro músicos resulta antológico. La descripción naturalista de la tipología de las gentes del pueblo, su fisonomía, su estilo de vida y mundo de relaciones, en una época calificada ahora como oscura, y que lo fue, sin duda, por las estrictas normas que regían la convivencia entonces, impregnadas de santurronería cochambrosa; pero no conviene olvidar que, desde el presente, cualquier pasado de más de veinte años parece trasnochado. Esa vida que ahora parece entre entrañable e irrisoria, no impedía en absoluto que quienes vivían con esas estrecheces pudieran ser felices, mucho, incluso. El baile de los sábados, por ejemplo, era para ellos un gran acontecimiento que esperaban anhelantes. Los noviazgos, las bodas, las intrincadas relaciones sociales llenaban su día a día de sentido.
Película sensible, entrañable, a pesar de su negrura, brillante en todos sus pasajes, con unas interpretaciones memorables; para mí, especialmente, la de Rafaela Aparicio, que resulta antológica.
Sin duda una de las mejores películas del cine español de todos los tiempos, a la altura de las mejores de Berlanga.