COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS
DIECIOCHO (2): Cuando nada propio tengo que decir y es la Cultura la única que puede echarme una mano. También, las fotografías…
Mi crisis y ausencia actual de palabras creo que viene determinada, últimamente, por la baja intensidad de mis lecturas.
Juan Marsé se refirió al hecho de leer relacionándolo con lo que dijo Nabokov: “De nada sirve leer una novela si no se lee con la médula”. Dice él: “Aunque leas con la mente, el centro de fricción artística se encuentra entre los omoplatos, un hormigueo en la médula espinal”.
Pocas veces he alcanzado ese nivel de excelencia lectora.
Vuelvo a la idea de la Cultura, necesidad vivencial de primer orden, a través de una lúcida y certera cita de Antonio Muñoz Molina, en cuanto al esfuerzo necesario para alcanzar un cierto nivel cultural; aunque absolutamente teórica en lo que se refiera a la vertiente política, de manual al uso. Se podría refutar su catálogo de lugares comunes desde un mero contraste con los resultados prácticos de esas teorizaciones políticas (especialmente en cuando a la identidad de la izquierda, que parece un ideario utópico y esperanzado de puro militante): “Una cultura personal se adquiere con mucho tesón y mucho esfuerzo a lo largo de la vida, igual que se adquiere la destreza para tocar un instrumento o hablar un idioma extranjero: una cultura autóctona se posee tan solo por nacer en ella. En otras épocas la derecha había creído en las esencias, la izquierda en los devenires; la derecha en lo originario y lo inamovible, la izquierda en lo que se construye sobre la marcha, y lo que puede hacerse mejor. La derecha, desde el romanticismo alemán, había celebrado lo autóctono; la izquierda, lo universal; la derecha, la lealtad a la tierra y a la sangre; la izquierda, el internacionalismo y la ciudadanía del mundo”.
Ahora, todos esos valores, son perfectamente cuestionables porque están profundamente desfigurados y muestran una faz esperpéntica, ridícula y, sobre todo, inmoral. Ambos, tanto izquierda como derecha, han vendido su alma a la conquista y el mantenimiento del poder a costa de cualquier atisbo ético y leal a los ciudadanos sobre los que reinan.
No sé cómo he llegado a este punto de teoría política, sino lo pretendía… debe ser porque ese aspecto del conocimiento humano también es Cultura, por supuesto. Y hasta arte, a veces.
La Fotografía: Camino de La Langa, territorio apartado de Cuenca, hace ahora ocho años, me paré más de dos horas y me dediqué a fabular la relación del hombre con la tierra (con la cultura de intermediaria).
¿Qué buscamos en lo paisajes?
Algo que nos devora. Pascal Quignard