LOS MICROVIAJES: Entre Linares y Granada
(día cuatro, lunes, siete de febrero de 2022)
“La verdad, señora, empiezo a pensar que hay un placer todavía mayor que el de ver Granada. Y es el de volverla a ver”. Alejandro Dumas
Era exactamente lo que me estaba ocurriendo a mí. El último viaje del que tengo memoria fotográfica fue en 1986, aunque realicé un viaje más dos años después, pero no fotografié. Desde entonces no he vuelto y de eso hacía más de treinta años.
Nada más salir de la Catedral donde permanecimos en torno a una hora, nos dirigimos, despaciosamente, hacia la Alhambra, para la que teníamos programada la visita a las 12:30. Antes dimos una vuelta por el Paseo de los Tristes que, iluminado por un sol radiante, no sugería tristeza alguna, todo lo contrario.
Visitamos, entre mucha gente, demasiada, tanto los Palacios Nazaríes como el Generalife. Qué decir sobre estos singularísimos enclaves, plenos de armonía, belleza, espiritualidad y luz, sin caer en un tópico cualquiera. Nada que se me ocurra ahora mismo y de lo que no me sintiera avergonzado por mi falta de inspiración. Mejor que lo diga Federico García Lorca, que, aunque más bien se refiera a Granada, es lo mismo porque ambas son consustanciales (no se entiende la una sin la otra): “Granada es apta para el sueño y el ensueño, por todas partes limita con lo inefable… Granada será siempre más plástica que filosófica, más lírica que dramática” …
La Fotografía: Panorámica de la Alhambra. Sobran las palabras, a no ser que seas Lorca.