LOS MICROVIAJES: Madrid
(sábado, diecinueve de febrero de 2022)
Momento dos: … Nada más salir del Museo, unos cincuenta metros más arriba, nos encontramos con el bar restaurante de un hotel, llamado Bastardo. Entramos porque tenía un aspecto moderno, de diseño, funcional. Nos sorprendió y gustó la estética como de hangar en el que había, además de un espacio dedicado a restaurante, otro para el bar en las que se celebraban conciertos (en ese momento había un grupo de fusión actuando) y exposiciones (la que en ese momento se podía ver eran collages de fotos combinadas con sutiles cortezas de plantas o árboles, todo ello montado en unas cajas de aproximadamente 30 × 40, de cristal. Pulcra e interesante propuesta. No nos planteamos comer, era pronto y además ya habíamos reservado en un restaurante más o menos cercano. Nos sentamos en un tresillo a tomarnos un vermú, charlar y escuchar intermitentemente el concierto, momento de la fotografía de hoy, en la que Carmen luce interesante y atractiva, en contrate conmigo, viejo y apergaminado, con una expresión que no sé si sugiere una cierta –insoportable levedad del ser- (Kundera); o, todo lo contrario, el peso del ser en el tiempo.
Después, paseo de veinte minutos hasta el restaurante donde comimos, en la calle de la Luna. Tanto la comida como el cóctel que tomamos después hizo que el momento fuera sumamente grato.
Antes de acercarnos hasta la Plaza de Santa Ana, donde teníamos entrada para asistir a la última obra de La Zaranda, en el Teatro Español, pasamos por un par de comercios para comprar algunas cosas…
La Fotografía: “Es posible que no seamos capaces de amar precisamente porque deseamos ser amados, porque queremos que el otro nos dé algo (amor), en lugar de aproximarnos a él sin exigencias y querer sólo su mera presencia”. Milan Kundera