DIARIO de las otras COSAS 32
Doce de marzo de dos mil veintidós
ESTA SEMANA, he oído en audible Cara de pan (2018) de Sara Mesa. No había leído a esta autora, excelente e interesante, desde luego. Volveré a ella con otras novelas. En Cara de pan, aborda el delicadísimo asunto de una amistad entre un hombre maduro, que no viejo, aunque sea su nombre de ficción en la novela, y una niña de catorce años. Dos personajes, tan solo dos, y una sola voz narradora, Casi, la niña.
Concisión, brevedad e intensidad narrativa son las señas de identidad de esta breve y preciosista obra. Agilidad y tempo perfectamente afinados que describen con precisión y ambigüedad al mismo tiempo a los personajes. Pone en evidencia la tremenda dificultad, por no decir imposibilidad de amistades que vayan más allá de lo “socialmente adecuado”, mostrando crudamente la falsa corrección moral de la sociedad occidental. Pero, más allá de los análisis sociológicos que se puedan establecer, están los dos personajes en sí: él, con una vida ya fracasada prematuramente, y ella, la niña, inadaptada en un mundo que no admite conductas fuera de lo estrictamente reglado.
Enternecen los análisis de la realidad y el mundo que hace Casi; y la ingenuidad e inocencia del Viejo.
Cada mañana estoy impaciente por continuar la escucha de la novela que esté oyendo. Es un inmenso placer para mí hacerme acompañar todas las mañanas de una novela ¡¡¡leer novelas es tan placentero!!! Alcanzar una cierta felicidad, a veces, es muy fácil. Tan solo, en mi caso, un móvil, unos auriculares y unas zapatillas de caminar. No necesito más.
La Fotografía: Dos mujeres jóvenes musulmanas que, como yo, paseaban por un apartado camino. Con sus pudorosos y estrictos atuendos (y un niño en un cochecito), como si tanta severidad les protegiera de algo. Supongo que de sí mismas y de su entorno familiar y cultural. Mucho me temo que estoy haciendo una lectura simplista, pero ahora no tengo tiempo de otra cosa.