18 MARZO 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Feria de arte Arco. Madrid (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 6400
Fecha de diario
2022-03-18
Referencia
6884

DIGRESIÓN SEIS. Un amor, de Sara Mesa (2020). Versión en audible. Editorial Anagrama.
Ayer hablé de Cara de Pan (2018), de la misma autora y dije: –Volveré a ella con otras novelas-. Lo hago un día después confirmando sin sombra de duda que Sara Mesa es una grandísima autora, dominando con genio, fuerza y talento el arte de escribir novelas, historias que encogen y expanden el estado de ánimo desde la primera línea: “Al hacerse de noche es cuando cae el peso sobre ella, tan grande que tiene que sentarse para coger aliento…” Siempre me fio mucho de la primera frase de un libro, si no me gusta, probablemente lo cierre, aunque sea de un autor prestigioso o de mi predilección. El paso del tiempo ha hecho de mí un lector leve, líquido y acomodaticio. Con esta novela, mi experiencia ha sido de un interés creciente, la tensión ha subido y subido hasta la turbación, hasta la insoportable tensión e impotencia compasiva y exasperante por Nat, la protagonista, que es incapaz de sobreponerse o rebelarse ante la permanente humillación que ejerce sobre ella una comunidad (un pequeño pueblo y la pedanía donde vive), compuesto por pequeñas personas miserables y embrutecidas. Inesperadamente, Nat, tan sola, desvalida y atemorizada, se ve asaltada, infectada por una pasión (me resisto a definirlo como amor), que comienza con un forzado contacto sexual, aparentemente no deseado, para convertirse en una enfermiza obsesión de ella, no correspondida, claro. Inexplicable y desasosegante. El arrebatador interés por la obra de esta autora, al menos de las dos obras que conozco, es porque es capaz de describir, profundizar, diseccionar el impulso irracional de los seres humanos, sean amorosos o de miedo o pavor o con connotaciones paranoicas o hasta esquizoides, y hacerlas creíbles, que te reconozcas en ellas. Seguiré aferrado a la obra de Sara Mesa, y espero que no alcance la dimensión de obsesiva, sino tan solo placentera.

Pepe Fuentes ·