MONÓLOGOS SOBRE ARTE
Capítulo dieciséis: ARCO, Feria Internacional de Arte Contemporáneo.
A LAS CUATRO, más de tres horas después, decidimos abandonar la Feria. Como siempre para mí, horas de placer y fotografías (nada me divierte tanto como fotografiar). El que en esta edición me haya propuesto No teorizar (lo ha hecho Azúa por mí, ni soñando podría hacerlo yo con la lucidez y talento que él lo hace), pero eso no quiere decir que algunas de las fotos que hice no las traiga hasta el diario. Solo unas cuantas.
La Fotografía: Carmen y yo nos acompasamos bien en la visita. Cada uno veía lo que veía. Yo fotografiaba, ella no. Probablemente, si hubiéramos hecho el ejercicio de buscar coincidencias en nuestras miradas, cosa que no hicimos, habrían resultado muy pocas las convergencias de interés, pero eso es así no solo entre nosotros, sino entre cualquiera de los visitantes, acompañados o no. Las miradas, siempre, son personales y difícilmente transferibles o compartibles. Quiere eso decir que no es necesario acompañarse; no, ni mucho menos, todo lo contrario, precisamente esa es la condición, necesidad y gloria de la vida en compañía.