LOS DÍAS (12)
Sábado, treinta de abril de dos mil veintidós
… Desde el colegio seguí avanzando por calles y calles para encontrarme con los turistas que habían venido a la ciudad y observar a qué se dedicaban. En realidad, como ya sabía, estos nutridos grupos de gentes no hacen nada en especial: avanzan en fila india o rodean en silencio a los guías que les cuentan lo que toque, según el sitio. Y de ahí, a otro y otro y otro. Comen y se van. Y ya está. Luego olvidan, supongo. Para olvidar menos es conveniente visitar los sitios de por libre y la información buscarla uno mismo. Me parece.
Las plazas estaban llenas de gente parada, por ejemplo, la Plaza de San Vicente, en la que, frente al Círculo de Arte, ubicado en una iglesia desacralizada y que ahora es un lugar de exposiciones, conciertos y discoteca había casi cien personas paradas, a las doce de la mañana, y no llegué a saber por qué. A lo mejor invitaban a sangría o a mazapán o yo qué sé…
La Fotografía: Representación de las tontunas a las que se dedican los turistas con la complicidad de extras profesionales, o algo así. No sé, a lo mejor es divertido y a mí se me escapa el concepto.