31 MAYO 2022

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 400
Fecha de diario
2022-05-31
Referencia
8819

EL DÍA DE LOS EPÍLOGOS 14
Empiezo a no encontrar sentido a este capítulo del diario (fase previa a la eliminación).
Todo el mes, me parece, ha estado impregnado de un ciento espíritu confesional e intimista. Claro, siendo así, me debe haber salido muy lacrimoso, por no decir lamentable y mocoso.
Cinco días dedicado a las confidencias íntimas (diario íntimo); pero, no contento con ese despliegue indecoroso e indecente, me he inventado un nuevo capítulo al que he llamado –Susurros a mí móvil– igual de confesional y lamentable, pero de madrugada y dictadas a golpe de pulsiones de frustración. En este fétido mejunje he empleado nada menos que siete días.
El apartado que más días ha absorbido ha sido Los días, trece nada menos. Normalmente este apartado recoge una notoria falta de inspiración por lo que recurro a la descripción de lo que me va ocurriendo y que suele carecer de relieve y textura, porque mi vida es así, planita planita. Muchos días dedicado a los días, igual a mes mediocre. Aunque estoy satisfecho de cómo me han salido algunos de ellos.
Cuatro días dedicados a cuatro películas: Digresiones de cine.
Y ya está.
La Fotografía: No sé qué se podría pensar de este hombre, cualquier cosa, como de cualquiera, máxime si no lo conoces y ni tan siquiera le ves la cara. Supongo que lo prudente e inteligente sería abstenerse de decir. No lo haré, porque tengo que rellenar de palabras el día y porque por algo lo he fotografiado. Probablemente, porque me pareció un hombre triste, que transpiraba medianía y ausencia de grandeza, un hermano, vamos. La disposición de su cuerpo al caminar me pareció cansina, desvitalizada. Su imagen, carente de cualquier cuidado estético, con el pelo lacio y abandonado a su suerte que orlaba una calva ovalada y ridícula (como todas). Avanzaba con los hombros ligeramente encogidos, sin prestancia ni ganas. No obstante, no todo era catastrófico, a pesar de que daba la impresión de que su imagen se había dejado acorralar por los años, al menos había alcanzado una altura respetable y no había engordado ridículamente. Además, todavía era capaz de elegir colores vivos en su indumentaria y una cierta informalidad, aunque pasada de moda. Quizá, por todo eso, decidí fotografiarlo.

Pepe Fuentes ·