DIARIO DE VIAJE: Al Noreste
Día 4.2 Viernes (07.10.2022)
… De la Poza hacia Santo Domingo de Silos (150 Km). Poco después de iniciar el trayecto, vi un indicador hacia Lences de Bureba. No tuve que desviarme porque la localidad se encontraba al pie de la carretera por la que circulaba. Me encontré con una iglesia románica y un puente medieval sobre el río Castil. Fotografié y di una vuelta por el pueblo, de tan solo treinta y cuatro habitantes. Me crucé con algunos perros que daban un paseo en pandilla y saludaban afectuosamente a otros con los que se encontraban. A nadie más vi. El único ambiente social era canino. La mañana estaba resultando magnífica en todos los aspectos, especialmente por mi entonado estado de ánimo.
En torno a la una y media llegué a Covarrubias, otra de las paradas previstas. Célebre localidad en la que no había estado nunca. Caminé por el pueblo, casi sin nadie en la calle. Llegué a dos plazas contiguas. En una de ellas había inexplicables banderas noruegas desplegadas sobre fachadas; hasta que me enteré de que se trataba de una cierta hermandad con ese país a partir de que la infanta Cristina de Noruega, casara con el infante Felipe de Castilla, hermano del rey Alfonso X, El Sabio, en 1258 (curiosamente, varios siglos después todo el mundo en ese pueblo se acuerda como si hubiera sido hace nada).
Paré a comer en una de las plazas, en el exterior, un menú del día: ensalada templada y chuletillas de cordero además de postre y una cerveza (fue caro). Al menos estaba bien cocinado, la temperatura era perfecta y la plaza armoniosa y tranquila; salvo en el interior del bar-restaurante en el que dos hombres discutían acaloradamente sobre denominaciones de origen de los vinos. Pararon no porque llegaran a algún acuerdo, sino más bien porque se cansaron de aferrarse cada uno a su idea. La gente somos así, muchas veces (yo ya no, allá cada uno con sus equivocaciones).
Después de comer continué recorriendo el pueblo, dos iglesias, la muralla: todo lo que veía me parecía sumamente interesante, más que nada porque me sentía en paz conmigo mismo y bastante entonado de ánimo.
La Fotografía: Lo primero que vi en Covarrubias fue el torreón de Fernán González (s X), de trazas mozárabes: torre piramidal truncada de base rectangular, y gruesos muros, cerrada sobre sí misma. Transmitía una sensación de solidez, hermetismo y misterio. También daba un poco de miedo. Me encontraba en el centro mismo del origen de Castilla (luego de España).