7 ENERO 2023

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
DIGITAL 50
Fecha de diario
2023-01-07
Referencia
4901

DIARIO ÍNTIMO 43
Hoy sí tengo algo que contar
o no
Jueves, cinco de enero de 2023

…Anoche tuvimos movida, guapa, eso sí; la mujer de siempre y yo, que también soy el mismo, pero que, afortunadamente, he empezado a notar los efectos benéficos de dos mil veintitrés, no en vano es un año redondo en cuanto a edad, para mí.
Cuando nos alejamos, nos buscamos, y los reencuentros son apoteósicos por imposibles. Parece que los lapsus enfadados los orquestáramos para que luego los reencuentros sean exuberantes en matices e incitantes sobreentendidos.
Después de esa explosión incontenible se nos olvida y pasamos a preparar la siguiente ruptura. Ya somos unos auténticos virtuosos en ese juego fatal.
Empezamos a cruzarnos mensajes a las diez menos cuarto (teníamos el síndrome de abstinencia, me parece) y terminamos a la una (en realidad no habíamos terminado, pero había que parar). Yo acabé seriamente perjudicado por causa del Cardhu que bebí inmoderadamente por la excitación de tanto y tanto mensaje… dijo ella en torno a las doce: “Me pregunto si tú y yo juntos, dormiríamos alguna vez o nos la pasaríamos hablando sin tregua…”.
Mensajes risueños y divertidos. Excitantes todos, sí porque se desarrollan en el terreno fronterizo e indefinible, entre la amistad y un cortejo plagado de curvas cerradas y bajadas vertiginosas. Francamente divertido. Reconozco que con esa mujer de nada me sirven los propósitos de enmienda (ella lo sabe), a la más mínima caigo encantado en el juego (soy un ludópata sin posibilidad de premio). No nos jugamos nada, salvo el presente inmediato, mientras exista disponibilidad.
La amenaza a esta interminable recreación: el aburrimiento, que siempre llega, pero si la acción está congelada en un mismo punto, como es el caso, te localiza antes y te destroza.
No todo son malas perspectivas ya que observo expectante, a partir de esta especie de ensoñación, y probablemente gracias a ella, que me estoy relajando en mi relación con el mundo femenino, hasta hace poco impregnado de demasiada ansiedad y frustración. Últimamente siento un distanciamiento tranquilo de las mujeres, interiorizando la imposibilidad como una realidad en mi vida futura más que posible. Cierta e inapelable, diría.
En este proceso, aparentemente doloroso, o no tanto, no solo me ayuda mi “novia virtual” que tan poco me desea; sino, también, las innumerables mujeres de las páginas de contacto ya que, todas ellas, sin apenas excepción, pasan de mí como si yo fuera invisible (a lo mejor lo soy, y no es mala noticia). Todavía no quiero inaugurar estruendosamente mi nueva era sin mujeres porque estoy en pleno proceso de autoanálisis; pero la cosa pinta bastante bien, o asquerosamente mal, todo depende de donde me coloque.
La Fotografía: Habla por sí sola. Una de ellas hasta se cayó sola, sin mi intervención (ni siquiera se me había ocurrido esa idea, fue decisión enteramente suya, y me pareció genial). Pues eso, que se vayan cayendo todas y así no tendremos que hablar de nada. Qué pereza el ritual de búsquedas, encuentros, tanteos, resistencias para llegar, finalmente, a lo previsible, y hasta molesto. Insoportablemente sobrevalorada toda esa parafernalia en torno al “amor”.

Pepe Fuentes ·

7 ENERO 2023

© 2015 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2015
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
- 120 ILFORD SFX 200 (800)
Fecha de diario
2023-02-07
Referencia
7685

ADENTRÁNDOME EN LAS TINIEBLAS XVIII
Viernes, tres de febrero de 2023

“El envejecimiento es nuestro futuro. Lo disfrazamos con palabras como dignidad, serenidad, honestidad, sabiduría, pero cualquier anciano renunciaría a esas palabras con tal de que le quitarás cinco años de encima, o incluso cinco meses (…) El envejecimiento es igualatorio”. Manuel Vilas
…Y universal, todos amontonados e inservibles. Todos penosamente iguales.
Uno de los efectos más pernicioso que trae consigo la vejez no es tanto que uno alcance ese dudoso privilegio, ya que se podría interpretar, en su vertiente más favorable, que uno ha llegado a ese apartadero para descansar sin estar cansado; si no que el mundo decide que ya no eres apto para hacer prácticamente nada, salvo morirte. Es decir, alguien que no eres tú, decide lo que puedes y no puedes hacer. Tú vejez te la fabrican los demás, la construyen los otros. No sirve de nada disimular o rebelarse. Siempre te pillan y someten al maldito orden inexorable. Es la gran conjura. Aborrecible y mil veces maldita.
“La vejez es la peor y más poderosa mierda de la vida”. Gudbergur Bergsson
Existe un matiz especialmente lacerante en ese extrañamiento y es el que se materializa a través de un pavoroso mutuo rechazo entre hombres y mujeres. Una vez que interiorizamos que el amor ya es altamente improbable, o más bien imposible, llega el tiempo del rechazo, son todos los matices posibles del desaliento y la amargura. Si no hay curiosidad o deseo, para qué intentarlo. De hecho, casi nadie lo hace. Los hombres y mujeres viejos ya nada tienen que decirse; el diálogo se ha roto definitivamente entre ellos, tal vez, porque ya no existen intereses con los que comerciar, ni placer sexual del que disfrutar; ni futuro compartido que alcanzar. Consummatum est. Todas las representaciones han terminado y el telón ha bajado triste y abruptamente.
Hace tan solo un año, creía, en mi fuero interno, que todavía habría un último acto, o al menos un breve epílogo al que podría aferrarme. Pero no, me engañaba. Nada he podido hacer para evitarlo.
No creo que siga intentándolo porque sería, para colmo de males, una indignidad. Ninguna posibilidad, sea la que sea, se merece tanto sacrificio.
“Envuelto en una oscuridad profunda en la que no viera mi cabello blanco, desearía estrechar apasionadamente entre mis brazos una mujer que sintiera la misma emoción que yo. Es imposible. Todos estamos condenados a la soledad. Un médico francés afirmó: “la mayoría de los hombres mueren de pena”. Pero eso no impide que la vida continúe…” Henri Roorda
Ahora, en el momento de dar por terminado este conjunto de entradas monotemáticas, tendría, tal vez, que emitir un mensaje poderoso de resistencia, esperanzador y confiado. No lo haré.
La Fotografía:
Creyente sexagenario (o septuagenario) seis. Los viejos procesionarios han desfilado todo el tiempo, son muchos, darían para un tratado de largo alcance, pero para este diario solo he necesitado seis. Me asombran, siempre han conseguido mi perplejidad, pero no, ni de lejos, mi admiración. Cómo es posible que después de más de seis décadas de vida sigan creyendo en cuentos y falacias. ¿Qué tipo de vida crédula habrán llevado? No me contesto porque gentes así no me interesan, me dan igual, solo las observo, algo asustado.
Uno de los privilegios de la vejez es que ya puedes dejar de ser comprensivo: ya no tienes necesidad de pactos con lo conveniente. Puedes despreciar sin razón ni culpa.

Pepe Fuentes ·