15 FEBRERO 2023

© 1985 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
1985
Localizacion
Rosalía (Toledo)
Soporte de imagen
-120 MM.- AGFA 400
Fecha de diario
2023-02-15
Referencia
5128

DIARIO ÍNTIMO 52
Mujeres que me gustaron y a las que quise (cuatro). R.
Lunes, trece de febrero de dos mil veintitrés

 “No he venido a este mundo a luchar contra la injusticia. He venido este mundo a enamorarme de una mujer. Ni siquiera de una mujer. De otro ser humano que no sea yo mismo, exacto, eso es”. Manuel Vilas
En el mismo bar del que hablé ayer (Tierra), también divisé a otra mujer de la que no podía apartar la vista cuando coincidía con ella. Mi enfermiza timidez hizo que fuera incapaz de dar un paso para conocerla. Tenía una larga experiencia en esas frustraciones. En mi adolescencia me pasaba frecuentemente. Enamoradizo como era, tendía a fijarme en chicas desconocidas, y por el mero hecho de serlo, me quedaba paralizado, incapaz de acercarme a ellas. Cuanto más tiempo pasaba más difícil me resultaba, y la barrera crecía y crecía hasta que era impensable un acercamiento por mi parte. En bastantes ocasiones no llegué a conocer a la mujer objeto de mi balbuciente deseo y eso lo he lamentado desde entonces ¡¡¡qué no me habré perdido!!! Supongo que ese rasgo ha sido muy revelador de mi carácter encogido e inseguro. Un desastre.
Para compensar, en negativo, era persistente en mis deseos y no solía olvidarlos fácilmente, es decir, me comportaba obsesivamente. Siempre me he parecido un poco pesado conmigo mismo. Todavía lo hago.
Pasaron unos meses desde que tuve muy presente a esa chica atractiva y tranquila (la veía por los bares de la ciudad, siempre acompañada de dos o tres amigas), pero no se daban las circunstancias propicias para que nadie nos presentara. Como he dicho ya, sin ser un tipo taciturno, en relación con mis tratos con las mujeres era ferozmente individualista (en todo lo demás, también).
Llegó un momento en el que me harté de mi incompetencia y elegí el camino más tortuoso: teníamos un conocido común, le pedí su número de teléfono y una tarde la llamé, me presenté y le dije que me gustaría mucho conocerla (ella supo en todo momento quien era yo, aunque nunca habíamos cruzado una palabra). Quedamos esa misma tarde. Tan fácil y tan complicado; pero salió bien.
A pesar de mi entusiasmo inicial, no fui o fuimos capaces de mantener una cierta continuidad en nuestra relación. Lo pasábamos bien cuando nos veíamos y nuestra relación se podía definir como medio noviazgo. Duró aproximadamente dos años.
Era una mujer de una especial bondad natural, siempre atenta, cercana y con un irónico sentido del humor. Un placer y un privilegio haber conocido y compartido retazos de mi vida con ella. La última vez que la vi, en una terraza de verano en mi ciudad fue hace treinta y tres años. No tengo ni la más remota idea de qué ha sido de su vida. Cuando nos conocimos estudiaba medicina y luego alguien me dijo que había terminado la carrera. Habrá ejercido la medicina, pero no sé dónde. Nada me gustaría más que volver a verla y saber cómo le ha ido su vida, que deseo que haya sido mejor que bien, se lo merecía. Era una gran persona. No creo que volvamos a vernos nunca.
La Fotografía: Realizada en mi casa de entonces. Cuando ella estaba libre de clases, o bien salíamos de bares o al cine o a bañarnos en algún rio si era verano; o pasábamos las tardes en mi casa.

Pepe Fuentes ·