EL DÍA DE LOS EPÍLOGOS 23
Otro mes más. Me ha gustado como ha quedado. Sí, porque tiene sinceridad y bastante de verdad. Ambas cosas, como todo el mundo sabe, son improbables, o tan solo posibles en la cabeza de quien lo afirme. Yo, en este caso.
El mes ha consistido en las siguientes entradas por orden de mayor a menor por capítulos:
catorce de Diario Íntimo
seis de Adentrándome en las Tinieblas
cuatro de Los Días
y tres, Monólogos sobre Arte.
Obviamente, el capítulo más importante el del diario íntimo y no solo por el número de entradas, sino, también por la importancia de los testimonios que entrego; mi vida sentimental a grandes rasgos (doce días). También las fotografías son importantes porque en ellas aparecen mujeres bellas y singulares para mí. No, no lo he contado todo en estos días ni mucho menos. No podía ser, porque había personas involucradas y había que preservar su intimidad (y la mía, aunque esa importe menos). Sobre mí ya hay pocas cosas que verdaderamente me importen o sobre las que tenga que salvaguardar nada. Lo que sí diré es que no he inventado nada, lo que cuento, sucedió, otra cosa sería que las mujeres con las que me relacioné tengan otros recuerdos de lo sucedido. Eso, ya no lo sabremos nunca. Pero, de cualquier modo, los ocho días en los que hablo bajo el título de Mujeres que me gustaron y a las que quise, más una introducción, un epílogo y dos apéndices; puede que hayan sido de las entradas más importantes que he publicado en los diecinueve años de diario.
En este apartado hubo dos días más, uno sobre un día en que todo era negro y malo; y otro que también.
Adentrándome en las tinieblas, como siempre en este apartado, no se puede esperar nunca el arco iris. Vida y color, no es propio aquí porque la vida no es en tecnicolor, ni mucho menos y desde luego no lo es a la altura de mi edad. Todo el colorido que tenía reservado ya pasó. Todavía lo busco por inercia e instinto, porque tener lo he tenido, pero ya no lo encuentro. En el capítulo de seis días de este mes, hablo de la edad, del paso del tiempo y de tinieblas, cómo no.
Los cuatro días que he dedicado a Los días, ya se sabe, crónicas sobre la cotidianidad, sin más. Es que, si no, la vida, o más bien este diario, carecería de textura vivencial. Ya ni me acuerdo de lo que hablé en estas entradas. Estuvo bien lo que conté, quiero pensar; y si no, pues No.
Por último, Monólogos sobre arte, una exposición de Lucian Freud y otra de Juan Muñoz, que visité hace una semana. Ambos artistas fueron geniales, luego, aunque tan solo sea por ellos, estos tres días merecieron la pena.
La Fotografía: Dos personajes de la exposición de Juan Muñoz que se están muriendo de risa (quizá lo hacían a partir de que me vieron dirigir mi cámara hacia ellos). O tan solo fue porque se fijaron en mí.