ADENTRÁNDOME EN LAS TINIEBLAS XIV
Los Corolarios
Martes, catorce de marzo de 2023
… Otro corolario: doble, seguramente ciertos ambos (o no); falta de amor en la edad tardía (y sexo); y falta absoluta de cualquier idea de futuro; o lo que viene a ser lo mismo, el braceo compulsivo y agónico al borde mismo del precipicio, o más bien el encuentro con el maldito e indeseable heraldo.
Hay gentes, de cualquier edad, que se engolfan en las Redes Sociales y parece que les sirve. A mí no. Esa confluencia de términos me horroriza, me parece, sencillamente, un pavoroso recurso (la rana que transporta al escorpión para cruzar el río); a saber, redes (término claramente alienante); y sociales (a estas alturas no creo que tenga que explicar nada al respecto). No obstante, tengo que reconocer que me he entregado a esas veleidades en ratos perdidos: Instagram, algo más de un año, o quizá dos (ya me he dado de baja); la de contactos para búsqueda de mujeres “afines” (esas que no existen), y que todavía mantengo, aunque haciendo poco caso y que acabará cuando termine el periodo de suscripción, dentro de un par de meses. Luego está mi web, donde publico este diario, pero que, aunque recurra a soporte digital abierto al mundo, de libre acceso, carece de la condición básica como red social porque no está abierta a la interactuación dinámica ni nunca lo estará. Está cerrada al farfulleo y la tontorrona cháchara.
En este capítulo, el de las tinieblas, publico en bloques de seis entradas y ésta es la sexta, luego, consummatum est, por el momento.
El tercer y último corolario: No hay solución para las vidas agotadas, salvo la anestesia mientras dure el tránsito; a fin de cuentas, lo de morir es la peor cirugía que uno tiene que afrontar en su vida.
La Fotografía: El artista que concibió esta cabeza erguida, pero con sudario, tal vez estaba al cabo de la calle o es un tipo infectado de lucidez. Quién sabe.