30 JUNIO 2023

EL DÍA DE LOS EPÍLOGOS 27
Este mes, el protagonismo absoluto, a lo largo de 15 entradas, es del capítulo Diario de viaje, de mi aturdido deambular durante cinco días, por una zona del Sureste (Alicante, Murcia y Almería).
Como siempre, el formato de viaje es el de road movie; por un lado, porque siento una gran predilección y gusto por las películas que cuentan historias con ese desarrollo espacio temporal;
pero no solo películas, sino en todo tipo de relatos; y por otro, porque viajar no me sale de otro modo. Entiendo el viaje como movimiento, y no como un cambio de residencia.
El caso es que decidí hacer el viaje porque era justo el momento de hacerlo (después no habría podido), y porque necesitaba material vivencial y fotográfico para no morir de inanición. El deseo era inexistente.
A pesar de mi somnoliento deseo y de mi encefalograma plano, la vivencia no salió del todo mal, y, sobre todo, a efectos de la publicación que ha quedado razonablemente aceptable y suficientemente interesante para mis posibilidades.
Sentencia final: “mejor haberlo hecho que no”.
Colección de Misceláneas (7): de naturaleza dispar, pero con un denominador común: utilización, tal vez abusiva, de textos ajenos: una canción de Rafael Berrio, Las pequeñas cosas (2013); con fotos de una secuencia (4),
que también cuenta movimientos casi imperceptibles, pero metafóricos, como la canción de Berrio. Las otras tres están dedicadas a diálogos de Western protagonizadas por Clint Eastwood. Las fotos: un poblado del oeste almeriense.
Este mes he recurrido más de lo habitual a textos ajenos: en el capítulo: Adentrándome en las tinieblas (2): un extracto de un ensayo filosófico de Josep Maria Esquirol (La resistencia íntima). Las fotos: penumbrosas, o más bien, tenebrosas.
Como siempre, la presencia de Los días (3) y Diario Íntimo (2): importantes estas entradas, porque, además, algunas se refiere a la llegada de mi familia desde Estados Unidos, para pasar veinte días.
La Fotografía: Del viaje, de una costa y un mar cualquiera que se me antojó anhelante de promesas, tal vez ya vividas inadvertidamente; de difusas lejanías que se parecían a sueños y a infinita, luminosa y engañosa felicidad.
¿Sería esa apacible y joven pareja la perfecta metáfora de lo inalcanzable? Qué estarían pensando o sintiendo o soñando, me pregunto ahora.  Tal vez mi cámara se permitió una interpretación que se pareció a una licencia poética. Nada me dijo.
Ahora, con el tiempo de por medio, siento y quiero pensar que todo estuvo bien en ese preciso instante.
“…delgadez de la línea que engendra un horizonte o el deseo sin fin de lo lejano…” José Ángel Valente