LOS DÍAS 69
Lunes, nueve de Octubre de 2023
Otro fin de semana sin salir de mi casa, salvo al campo solitario con Mi Charlie. Así no conseguiré echarme una novia cariñosa. Mientras, a mis cosas (casi siempre las mismas, por lo que alcanzan la categoría de confortables rutinas, casi siempre infalibles garantías de que el asunto de la vida duela menos).
Las rutinas tienen mal cartel, pero no es verdad, están muy bien, lo creo yo y José Carlos Ruiz, al que sigo oyendo con ganas; ahora: El arte de pensar, no tan interesante como Incompletos, porque se parece más a una obra de autoayuda, pero con la salvedad positiva de que parte de un permanente referente filosófico, con bastantes alusiones a obras, pensamiento y biografías de filósofos, sobre todo, y escritores en general. La piedra angular de esta obra es un principio llamado por el autor: pensamiento crítico, que casi siempre funciona bien ya que te puede sacar de muchos apuros y torpes perplejidades. Es el momento en el que pulsas el interruptor de la razón y la reflexión analítica para así neutralizar la convulsa emocionalidad, que siempre te arroja al cenagal de las malas decisiones y, en consecuencia, penar cargado de pasiones tristes. Muy recomendable obra: una especie de popularización de la filosofía que José Carlos convierte en un inteligente manual de instrucciones para desorientados vivenciales. La vida buena descansa en la filosofía y viceversa. Sin pensamiento filosófico todo es mucho peor.
Otra cosa propia de un lunes muy de mañana: A veces me parezco un tipo guapo y listo, pero no, que va, guapo puede que un poco, pero hace bastante tiempo, pero listo no, en absoluto. Si lo fuera ya habría conseguido una novia atractiva e inteligente (también culta, es muy importante para amenizar y hacer interesantes las conversaciones); pero qué va, eso parece imposible. Hasta dudo que ese tipo de mujeres existan realmente (el “creador” se olvidó de fabricar el prototipo, me temo, o se sirvió de la costilla artrítica del hombre). Ah, se me olvidaba: y sobre todo y por encima de cualquier otro valor, que sea buena persona (yo lo soy), muy simpática y que le guste el sexo.
-Coño, tío, es que lo pones muy difícil- me digo; sí, ya lo sé, pero es que si no es así no me interesa la idea, prefiero seguir con mis cosas, que cada día me gustan más.
A ver, es lunes, muy temprano (de noche todavía), dejaré de escribir y me prepararé para salir con Mi Charlie. Luego sigo…
10:30, he vuelto. Constato que me resulta difícil hilvanar el hilo de lo que venía diciendo. Mi manera de escribir: situarme frente a la pantalla y empezar, sin saber lo que se me va a ocurrir (si estoy inspirado, todo sale rápido y automático; es lo único que me sirve porque si no, todo son esforzadas torpezas y sufrimiento por impotencia. Además, si no disfruto escribiendo, para qué escribir. Esta mañana me lo he pasado genial, ahora no, así que lo dejo.
Información antes de cerrar la entrada: El relato del viaje a Castilla León occidental, del mes pasado, irá apareciendo intermitentemente, porque si no me aburriré y eso no lo quiero para nadie y tampoco para mí.
La Fotografía: Yo mismo, eso sí, con cuarenta y tres años. Hacía seis que tenía novia (Naty, que tardó mucho en cansarse) y antes, otras, bastantes (cuanto más joven era, más fácil me resultaba lo de los noviazgos, supongo que eso le pasa a todo el mundo). Conclusión facilona: el asunto del amor está íntima y directamente relacionado con el tiempo, con la edad. En la tardía, no hay modo, así que recurriré al pensamiento crítico, para no morirme de asco, o como la filosofía puede ayudarte a conjurar la amargura.