13 OCTUBRE 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Pelicula Remini, de Ulrich Seidl
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2023-10-13
Referencia
10134

DIARIO ÍNTIMO 78
Martes, diez de Octubre de 2023

Aviso a navegantes y, sobre todo, a mí mismo:
Como no consigo del todo mudarme a vivir en la aséptica y protectora ataraxia, a nada que me asomo al vacío de las opciones deseables pero imposibles: cosas aparentemente buenas porque me produzcan satisfacción, o placer, o autoafirmación, aparece la indeseable e infalible frustración.
Sí, me estoy refiriendo al sexo, una vez más (qué persistente e infausta manía).
En la Era Septuagenaria, si todavía piensas que eso es posible (teniendo en cuenta, además, que tienes que intermediar con mujeres) estás abocado al riesgo del engaño y al escarnio. Sí, porque tan solo eres un viejo, un informe bulto que solo puede provocar risa en esos afanes.
Ese estulto y pueril planteamiento de que, a pesar de la edad, todo es posible y que con fortaleza de espíritu, determinación y ganas de seguir en la brecha de la acción, a pesar de las dificultades que puedan surgir (y surgen), es mentira, a no ser que no te importe la condena al inclemente ridículo. Indudablemente puedes probar (la inconsciencia y la capacidad del ser humano para hacer el tonto es infinita), pero prepárate para ser arrastrado por el polvo cruelmente, sin compasión. Ese viaje por la humillación no produce rasguños como en la era joven, no, ahora provoca tremendos desgarros sanguinolentos porque el cuerpo y el espíritu están reblandecidos y frágiles.
No es esa la peor consecuencia, no, que va, lo peor de todo es que, a no ser que seas un perfecto e insensible majadero, te retraes y procuras no volver a incurrir en la impropia osadía. Y así, a partir de ir amontonando malas experiencias tienes la sensación de que vas convirtiéndote en estatua de sal. Y no sería lo peor porque tengo entendido que esas efigies inertes sufren menos.
Dicen los entendidos, lo he leído en muchas publicaciones y en autores de respeto, que el deseo e instinto sexual no desaparece nunca y que, por si fuera poco el despropósito,  es posible realizarlo. Quizá, pero siempre y cuando no tengas que contar para ello, más allá del puro y simple onanismo con mujeres, entonces, querido amigo, la misión es de todo punto imposible. Ni lo intentes, lo pasarás peor que mal.
Aunque la edad, indudablemente, adormece las necesidades más imperiosas, ahí siguen, a mí me pasa, como rescoldo inextinguible. Al venir al mundo traemos de origen el instinto sexual que al parecer, está diseñado, no tanto para el placer (Dios, al que Nietzsche mató cargado de razón, tenía muy mala idea porque después lo prohibió en su versión placentera), sino para la permanencia de la especie, sí, eso que solo sirve durante el breve rato de la fecundidad razonable y luego, el resto de la vida a sufrir con esa puta e insoslayable necesidad de mierda. Cuando todo funciona en equilibrio, es decir, en la dinámica deseo-satisfacción no hay otro bien comparable para la vida feliz, que generalmente se corresponde con la edad joven y que proporciona momentos gloriosos e incomparables; pero luego viene lo peor: penar en la insufrible decadencia y ausencia total de oportunidades, pero no de deseos (venían en origen).
Por eso, y dado el progreso de la humanidad en casi todo, sería tremendamente conveniente, imprescindible diría, una vacuna, o una intervención conductual, o ya puestos a imaginar un fabuloso avance científico que creara una innovadora técnica quirúrgica que actuara en el centro mismo de los deseos y eliminara cualquier inclinación lúbrica a partir de la era Septuagenaria o, incluso, Sexagenaria, o, incluso, un poquito antes. O, mejor, poniendo en marcha la inalienable libertad individual: cuando el sujeto lo decidiera, como la fertilidad, que yo detuve quirúrgicamente a los treinta años. Sí, hablo sin pudor, pero con desconsuelo, de la eugenesia sexual.
Lo dejo ya por hoy. No me gusta lo que estoy escribiendo porque no hay ni el menor atisbo de luz, a pesar de que ayer me explayé ufano con lo del pensamiento crítico. Hoy no, hoy se me han quitado las ganas de esas lindezas positivas.
La Fotografía: De la película Remini, de Ulrich Seidlen, en la que aparecen dos viejos en posiciones procaces que me hacen pensar que tal vez, desde la perspectiva estética, la expresión física del sexo en la edad tardía sea inaceptable por fea y desagradable y la sabia naturaleza reaccione, en nombre de la belleza, reduciendo al máximo las penosas ceremonias. Ahora, a estas alturas de la entrada se me ocurre que, una posible y sencilla solución fuera la castración para casos pertinaces, como si fuera la extirpación de unas simples amígdalas ¡qué risa, la exageración! Lo que no sé es si al desaparecer el órgano desaparece el deseo. Probablemente, pero no pienso probarlo.

Pepe Fuentes ·