17 NOVIEMBRE 2023

© 2023 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2023
Localizacion
Cabezón de Pisuerga (Valladolid)
Soporte de imagen
-DIGITAL 800
Fecha de diario
2023-11-17
Referencia
10161

DIARIO DE VIAJE: a Castilla León Oeste.
Miércoles: veinte de Septiembre de dos mil veintitrés
Día 3.5

… El anochecer, de pronto, se puso feo y sumamente estúpido, seguramente por mi culpa. Pero bueno, las cosas que decido y hago son las que son, a veces poco lúcidas y que denotan poca habilidad o acierto; pero la alternativa para que eso no sucediera sería estarme quieto, pero no me da la gana.
Por teléfono me orientaron dónde se encontraba el dichoso Motel Emporio: en una hondonada, al lado de una rotonda y salida 41 de la autovía a Palencia, rodeado de barreras de cipreses que impedían verlo desde fuera. Yo esperaba un gracioso edificio diáfano, con una amplia explanada-aparcamiento y alegres neones en el tejado y fachada. Nada más lejos de la realidad. ¡Ay que ver cómo nos pueden confundir los malditos prejuicios y estereotipos!
Lo primero que me encontré fue una barrera que me impedía el paso. Mientras me situaba (soy lento de reflejos ante lo inesperado), de una pared a mi izquierda, como por arte de magia, salió un cajetín que se colocó delante de mis narices (la mecánica era como de un susto). Una voz de ultratumba me conminó a que dejara mi documento y el dinero en el cajetín, que fue absorbido por la pared. Mi documento no salió de vuelta por el agujero. Instantes después, la voz anónima me informó que mi plaza era la veintitrés, que la puerta del garaje estaba abierta y que avanzara. La barrera se abrió. Llegué y aparqué. Abrí la única puerta que había hacia el interior y entré en una habitación amplia con cama grande y baño también suficiente.
Me dirigí a una puerta que había en el interior y que supuse que comunicaba con zonas comunes: cerrada. Puede que este formato hotelero sea lo más normal del mundo, pero no lo era para mí. Leí una hoja donde se detallaban las restrictivas normas de uso y me las tomé mal porque sentí que estaba prisionero en una habitación zulo. Llamé asustado a la recepción e intentaron tranquilizarme diciéndome que podía salir y entrar del recinto, pero con el coche, que de pronto, se había convertido en un apéndice de mi mismo (éramos un conjunto inseparable). Pero claro, a Corcos no quería volver y a Cabezón del Pisuerga, tampoco. A estas alturas ya había comprendido que el hotel era, especialmente, para planes erótico-festivos secretos, pero mi único plan era conmigo mismo y para eso me faltaba motivación. Sopesé mis opciones y no eran otras que pedir la cena al propio hotel, comer en una miserable mesita baja y acostarme. Empecé por elegir la cena que pedí por teléfono, la única forma de hacerlo…
La Fotografía: Una primera impresión de la habitación, asumible, independientemente de las circunstancias que estaban sucediendo y que me contrariaban mucho…

Pepe Fuentes ·